Aquí estamos, de nuevo en
Semana Santa, un descanso; corto, pero descanso al fin... Estoy exhausta de
tanto trabajar. Creo que el ser ama de casa es el trabajo más pesado de todos.
Si no fuera por las dos muchachas de servicio, ¿qué sería de mí?: Cocinar,
lavar los platos, lavar la ropa, planchar, limpiar la casa, llevar a los niños
para el colegio, ayudarlos con las tareas… No, no, no… Yo sola no podría con
eso.
Aquí
otra vez en Semana Santa, un descanso; poquito, pero descanso es descanso…
Estoy ladillada y arrecha por tanto trabajá en esta mierda. Nojoda, parezco la
propia cachifa, en este rancho del coño é su madre. Trabajo más que una perra,
haciendo comía, fregando, lavando, planchando, limpiando, llevando a los
carajitos pá la escuela, ayudándolos con las piazos é tareas… De pana, este
rancho es chiquito, pero cómo sería si viviera en una quinta… Nojoda, me vuelvo
loca.
Domingo de Ramos. Mi esposo,
como de costumbre, se va a sus típicas reuniones dominicales, con sus socios de
la empresa. Yo me quedo aquí, sola, con mis hijos, engordando, comiendo con
ellos todo lo que encuentro en la nevera. Por eso es que estoy como estoy: como
una vaca, dirían mis amigas… Ahí está él, mi esposo, vistiéndose y perfumándose
para irse a sus “reuniones”. Le pregunto: “¿Otra reunión, Santiago?”, a lo que
me responde: “Lamentablemente, sí, mi amor. Sabes que lamento mucho que no
podamos pasar los fines de semana en familia, pero trabajo es trabajo. No puedo
darme el lujo de que la empresa se vaya abajo”… Mentira, intuyo que me es
infiel.
Domingo
de Ramos. Como vaina rara, el marío mío se va a bebé su caña dominguera con los
pendejos esos del cerro del frente y yo me quedo aquí, como la propia cabeza é
güevo, pasando el dolor de tripa, porque, de paso, no hay nada pá jartános la
panza… Ahí está el mamagüevo ese, poniéndose los pantalones tós arrugáos, cree
que se le ven bonitos… Voy y le digo: “Verga, Brayan, no hay ni un fin de
semana que pares la pata aquí con nosotros. Ni porque es Semana Santa”. El
pendejo me responde: “Bueno, ¿qué quieres que haga? Yo me mato trabajando toda
la semana. Yo tengo que divertime, chica. Todo no es trabajo, todo no es
trabajo”. Eso es pura cova, pá mí que ese güevón se va con esos cabrones a
cogerse a unas putas en un burdel de esos.
Él sabe que yo sospecho
algo, pero hace caso omiso de eso y se despide de mí con un beso en la mejilla.
Oigo que enciende su camioneta y se va. Siempre espero ansiosamente que las
próximas vacaciones sean diferentes.
Ese
cabrón sabe que yo sé que me tiene adorná la frente, pero no le para bola. Igualito se va pál coño sin decime nada, se
despide es de los carajitos; saca la moto del cuarto y se pira. Coño, siempre
espero que pá las vacaciones que vienen, la vaina cambie.
Este, curiosamente, no me gustó. Lo rachúo no te sale natural.
ResponderBorrar¡Gracias por el comentario y por el amor!
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