SORAYA MONTENEGRO: LA VILLANA DE TODOS LOS TIEMPOS


            La villana más “cara dura” de todas. A 17 años de María La Del Barrio, la contrafigura aún planea la venganza perfecta para los que considera sus adversarios. Una verdadera avalancha de amenazas





Por: @PedroDeMendonca

A pesar de los adjetivos negativos  que  podrían atribuírsele a Soraya Montenegro, hay que reconocerle su gran virtud: desde 1995, ha sabido cautivar al público latinoamericano con sus gritos, maldiciones y asesinatos, siendo la antagonista del clásico culebrón mexicano, María La Del Barrio.

Gracias a las innumerables retransmisiones de esa telenovela, no solo en el mundo de habla hispana, el planeta entero sigue recordándola como una de las mejores villanas de telenovelas de todos los tiempos, amante y fiel a su malevolencia. De hecho, grupos en Facebook, cuentas en Twitter y hasta una página web, para recordar sus frases y momentos célebres, han sido creados en nombre de este personaje legendario.

Y para una mala inmortal, de veinte puntos, esta sobresaliente entrevista (imaginaria).

Imagen tomada de budowebs.net
-       ¿En qué cree que se diferencia usted de otras villanas de telenovelas?

-       ¿Villana yo? –se echa a reír- ¡Para nada! Ahora, si por defender lo mío, por luchar por lo que deseo y por ser fiel a mis principios soy villana, invito a todo aquel que esté libre de pecado a que lance la primera piedra.

Su rostro refleja sentimientos reprimidos, mensajes, que, quizás por autodefensa, no se atreve a decir. En sus ojos, la maldad encuentra un hábitat perfecto para meterle miedo a cualquiera. Sin embargo, disimulando su crueldad, sonríe, cruza las piernas de un lado a otro a cada momento y, finalmente, invita “un trago”.

-       ¿Cómo define su relación con la familia de su amado Luis Fernando, los De La Vega?

-       ¿Familia? ¡Por favor! ¿A ese mausoleo le llamas “familia”? –se ríe- Esos no son más que unos simples desgraciados, que se atrevieron a humillarme a mí, a mí -sube el tono de voz, con lágrimas en los ojos y con la mano en el pecho-, botándome de su casa por preferir a la basurera de la María La Del Barrio. Pero estoy segura de que en algún momento, la vida me va a dar la grandiosa oportunidad de vengarme de ellos por todo lo que me hicieron. María La Del Barrio, Luis Fernando y todos van a morir. ¡Malditos! ¡Malditos! -no puede contenerse y se va en llanto-

-       ¿Desearía usted, entonces, vengarse de ellos por lo que dice que le hicieron?

-       Juro que no me alcanzará la vida para nulificar a esos insolentes -se calma y su mirada se hace más penetrante-.  Terminarán pidiéndome, suplicándome, que los deje en paz. Y será en ese momento en el que ejecute la guillotina sin piedad –sonríe-. También juro que no me alcanzará la vida para maldecir a la pepenadora. A todos, absolutamente a todos, los destrozaré y les haré pagar todas sus deshonras hacia mí.

-       ¿Qué tiene pensado hacerles? ¿Tiene fecha prevista?

-       Ya se me ocurrirá el método más efectivo para destruirlos. En cuanto a la fecha, haz de cuenta que se tratara de tu funeral, porque no sabes ni el día ni la hora en que sucederá.

-       Usted habla de humillaciones y maldades. Pero, ¿no fue usted la que, por ejemplo, intentó envenenar una vez con hierbas a María?

-       ¡Pues claro! ¿Acaso no has escuchado esa reiteración de que en la guerra y en el amor todo se vale? Ella se metió en la casa de los De La Vega para robarse su fortuna. Además, me quitó a mi hombre. ¿Y qué? Yo no me podía quedar de brazos cruzados, viendo cómo esa marginal se apoderaba de lo que a mí todavía me pertenece. Por eso decidí envenenarla. ¿No has escuchado tampoco que muerto el perro se acabó la rabia? –hace un breve silencio- ¡Uy! Lamento haberte dado la noticia de sopetón, pero vas a lamentarlo más si llego a enterarme de que Luis Fernando o alguien de ese mausoleo lo sabe.




Con total desatino, su palabra amenazante no se hace esperar a relucir. Ahora, ya parece totalmente lista para responder, con toda sinceridad, las preguntas. Al parecer, los tragos ya le están haciendo soltar la lengua.

Imagen tomada de sp2.fotolog.com
-       ¿Por qué usted es tan mala?

-       ¡Y vuelves con la cantaleta! Te dije que yo no soy mala –cambia de dirección su mirada-. Todas mis obras tienen una razón de ser. ¡Todos me odian! ¡Nadie me quiere! ¡Todos están enceguecidos con la marginal de María La Del Barrio! Tanto ella como los demás, son objetivo de toda mi venganza. ¡Porque no ha nacido quien pordebajee a Soraya Montenegro! ¡Nadie! –gritando-

Esa es una de las razones por las que este personaje jamás morirá: su tajante ímpetu para adjetivar y referirse a los demás y, en especial, a aquellos con los que su persona no concuerda. Dotada de unos excelentes atributos para persuadir a la gente, para cambiar de tema a sus anchas y para poner el mundo a sus pies.

Asimismo, compró a la justicia, en más de una ocasión. Sin embargo, por momentos, no pudo escapar de estar tras las rejas y fue, paradójicamente, víctima de muchas reas… Escenas, que, sin duda, son un clásico en la televisión mexicana y latina, en general.

-       Es más que obvio que usted le teme a la policía, ¿cierto?

-       Déjate de estupideces. ¿O es que te creíste el cuento de que vas a publicar lo que aquí te estoy diciendo…? ¡Yo no tengo por qué temerle a la policía!

-       Usted está en pleno conocimiento de que esta es una entrevista periodística…

-       ¡Tranquilo! –se ríe y se relaja un poco- Slo estoy jugando -ve hacia los lados, como asustada-. Solo los asesinos y los ladrones son los que le huyen a la policía. Yo no tengo nada que ocultar.

La infancia de Soraya nunca fue reflejada en María La Del Barrio. Sus antecedentes familiares fueron un verdadero enigma en toda la historia. En medio de una golpiza, que le estaba dando a su “Nana Calixta”, esta le dijo que ella era su madre. Haciendo gala de su total indiferencia, a conveniencia, se hizo oídos sordos y, dándole un empujón, hizo que esta pegara la cabeza de una mesa y muriera. Mantuvo por mucho tiempo el cadáver debajo de su cama.


-       ¿Y qué dice del asesinato de Nana Calixta?

-       ¿Asesinato? ¡¿Asesinato?! –se vuelve a alterar- ¿De dónde sacas eso, reportero? Más nunca nadie supo de esa bruja infeliz. ¿Cómo te atreves a decir que asesinaron a mi nana Calixta? ¿Quién la mató? ¡¿Quién?!

-       ¿“Su nana Calixta”? ¿Acaso no era su madre?

-       Escúchame bien, pedazo de incompetente: ¡En tu vida vuelvas a repetir esa bazofia! –baja la voz- ¿Cómo te atreves a decir que soy hija de una india bruja? El único nexo que yo tuve con ella fue el de agradecimiento, por haberme cuidado de la maldad de María La Del Barrio.

-       Entonces, ¿quién es su madre?

-       ¡Mi madre es quien a mí me da la gana, no es tu problema!

Por un suceso infortunado, Soraya terminó cayendo de un piso 30 y terminó parando en Europa para recuperarse. Allá, conoció al multimillonario de Óscar Montalban, a quien le “voló” el sistema de frenos de su vehículo, terminando este debajo de una gandola. El millonario le dejó su fortuna, condicionándola a cuidar a su hija, Alicia y a su institutriz, Esperanza. Ellas dos tampoco escaparon de las garras de la villana.



-       ¿Qué dice del trato que le dio a la señora Esperanza y a la niña Alicia? Mucha gente vio cómo casi las mató en muchas ocasiones.

-       ¡Señora Esperanza…! –risas- ¡¿Señora, la gata esa…?! ¿Y qué decir de la maldita lisiada…? No quisiera opinar sobre esas infelices. ¡Me odian y las odio con toda mi alma! Nunca podrán superar que el maldito de Óscar me dejó gran parte de su fortuna. La lisiada me quitó a Nandito, ¡a mi Nandito! Eso le va a pesar por el resto de su vida, ¡le va a pesar! Y de la maldita vieja zorra también me voy a encargar de apagarla.



-       ¿De dónde saca tantas fuerzas para maldecir a la gente, aún después de 15 años de la novela?

-       Lo mismo tendrías que preguntarle a la sucia de María La Del Barrio –ya calmada-. Yo siempre he jugado de frente, con mis cartas claras. ¡No como ella! ¡No! Ella con su maldita carita de niña buena se metió a todos en el bolsillo. Pero los malditos infelices no se han dado cuenta de que es una convenenciera, marginal –risas-. ¡Ella quería meterse en la mansión de los De La Vega y lo logró! ¡Lo logró! Lo logró a punta de showcitos de medio pelo. ¿Quién diría? ¡De un cochino basurero a una gran mansión! ¡Maldita! ¡Maldita!

-       ¿Acaso usted tampoco buscaba apoderarse de la fortuna de Luis Fernando y su familia?

-       ¡¿Yo?! Pero, ¿cómo te atreves? Yo vengo de familia decente, con clase. Fue la misma tía Victoria quien me pidió que enamorara al borracho de Luís Fernando, quien se estaba ahogando en alcohol etílico porque una perra lo dejó despechado. ¡Ah, claro! Eso ni tú ni nadie lo recuerda. ¡Siempre soy yo la mala! ¡Siempre soy yo la loca! ¿Y los demás qué, qué? -con la voz entrecortada y con lágrimas en los ojos- ¡¿Qué?!

-       ¿Puede enumerar a sus muertos?

-       ¡¿Eres bruto?! –gritando- ¿O te pasa lo mismo que a todos los reporteros, que una vez que salen a la calle a hacer preguntas se les rostiza el cerebro…? De muchos muertos quisieron responsabilizarme, pero nadie puede probar que asesiné a ningún ser humano. ¡Yo no soy ninguna asesina! –sus ojos se llenan de lágrimas, nuevamente- Pero todo es culpa de María La Del Barrio: ¡ella quiso perjudicarme siempre, acusándome infamemente! ¡La odio, la odio!
Tomada de: 25.media.tumblr.com

-       ¿Qué motivos necesita usted para asesinar a alguien?

-       ¡¿Qué jueguito te traes, maldito insolente?! El único motivo que yo necesitaría para fulminar a alguien sería que ese maldito ser me haga enojar por preguntas malintencionadas.

-       ¿Qué quiere decir?

-       ¡Que recuerdes que estás dentro de mi casa y aquí hago lo que se me da la gana! –gritando- ¡Aquí las reglas las pongo yo! ¿Me escuchaste, atrevido infeliz?

-       ¿Qué es lo que “a usted le da la gana"?

-       Le voy a pedir que mueva su torpe humanidad de mi casa –se levanta de su silla-. Ya me harté de sus malditas preguntas sin sentido.

-       ¿Algún comentario final?

-       ¡Que te largues, maldito ignorante! –acercándose- Y si te atreves a publicar alguna cosa de lo que preguntaste y de lo que te dije en esta maldita entrevista, así sea una coma o un punto, te juro que te busco y te mato sin contemplaciones. Pero antes, mato uno a uno a los miembros de tu miserable familia, para que te hagan compañía en el infierno. ¿Ves que no soy tan mala? –se carcajea de una manera casi apocalíptica- ¡Ah, claro, se me olvidaba! Tú no debes de tener familia, porque las familias, a sus parientes locos y a los delincuentes, los repudian. Y tú no eres más que las dos cosas… ¿Periodista tú, cochino, sucio? ¡Periodista mi abuela! –se ríe más fuerte-



Son incontables los gritos, las maldiciones, las escenas violentas, las burlas, las humillaciones, las torturas, las amenazas, los disparos y las infaltables cachetadas de toda telenovela rosa, en las que participó Soraya Montenegro. Este fue el personaje que catapultó a Itati Cantoral como una  gran actriz de la pantalla chica.

Ningún público –infantil o adulto, joven o viejo, masculino o femenino- pasó inadvertido frente a la pantalla del televisor cuando esta espectacular loca gritaba a todas luces, entre otras cosas: “Te mataré, maldito igualado”, “eres mío, mío, ¡mío!”, “¡si no está muerta, la termino de matar!”… Soraya Montenegro: una mezcla de melodrama con sangre, de belleza con infamia, la villana de todos los tiempos.

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