Yvone, villana de “India,
Una Historia de Amor”, pasa a la historia por su depredación sin rastro. La telenovela fue uno de los programas más vistos de TVES. En plena entrevista, esta psicópata usó sus encantos para que este trabajo no se
publicase
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Tomada de: sganoticia.com.br |
Por: @PedroDeMendonca
“Mujer bella y seductora, es
un verdadero lobo en piel de cordero, una psicópata. Parece generosa, pero pasa
por encima de todos para lograr sus objetivos, sin dejar rastros de la devastación
que causa”. Esa es la carta de presentación de Yvone Magallanes en la página oficial de la telenovela
brasileña India, Una Historia de Amor (Caminho
das Índias, título en portugués), de TV Globo.
Ciertamente, nadie vio antes
a una villana de telenovela que no no gritase, no insultase, ni
pelease, ni pelease (a menos que fuese para sacarle provecho), como sí lo hacía Soraya Montenegro, por ejemplo. Eso es lo que hace de Yvone una villana de veinte puntos:
en más de un centenar de capítulos logró convertirse en una de las malas de
telenovela más macabras de la historia, siempre sonriendo, hablando suave,
halagando y encantando, tanto a sus “presas”, como a los televidentes.
Lee también: "Me das Miedo, Ivonne", publicado en todonovelas.tv.
Y en su última escena no fue diferente: logró salirse con la suya: manipulando (como siempre lo hizo), al hacerse la víctima con un policía, para que la dejase escapar de prisión “por dos horas”... Y huyó.


Para los críticos brasileños, Yvone es una de las mejores villanas en
la historia de las telenovelas de Brasil, donde el dramático promedió 9
millones de televidentes por capítulo.
En Venezuela sucedió algo curioso: a pesar de ser una superproducción de alta factura (la más costosa en la historia de la televisión), aquí no superó el 2% de rating. Sin embargo, se cuenta como uno de los programas más vistos en la historia de TVES, el canal que transmitió la telenovela en Venezuela.
Y el despecho por ese desenlace fue expresado por varios usuarios en Twitter, quienes emitieron tanto comentarios positivos sobre la novela, como frases de añoranza porque ya no la verán más y el disgusto (otros manifestaron gusto) por cómo acabó la psicópata Yvone.
En Venezuela sucedió algo curioso: a pesar de ser una superproducción de alta factura (la más costosa en la historia de la televisión), aquí no superó el 2% de rating. Sin embargo, se cuenta como uno de los programas más vistos en la historia de TVES, el canal que transmitió la telenovela en Venezuela.
Y el despecho por ese desenlace fue expresado por varios usuarios en Twitter, quienes emitieron tanto comentarios positivos sobre la novela, como frases de añoranza porque ya no la verán más y el disgusto (otros manifestaron gusto) por cómo acabó la psicópata Yvone.
En vista de ello, aproveché para
viajar oníricamente a São Paulo, donde actualmente sigue escondida Yvone en un
hotel, para preguntarle qué opina sobre los números de audiencia de la novela en Venezuela; qué hará a partir de ahora, sin telenovela para mostrarse
y, en definitiva, cómo hace para nunca dejar rastro de sus depredaciones…
En el video: Resumen de las escenas más importantes de Yvone.
En el video: Resumen de las escenas más importantes de Yvone.
Era justo y necesario, pues,
sin duda, este fue uno de los personajes mejor logrados por Glória Perez, la
escritora de esa telenovela y de otros éxitos, como El Clon… ¡que ya es bastante decir!
Escucha: "Martelo Bigorna", de Lenine, uno de los temas musicales de esta depredadora.
Escucha: "Martelo Bigorna", de Lenine, uno de los temas musicales de esta depredadora.
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Catalogada por los críticos como una de las mejores villanas de telenovelas brasileñas. Tomada de: superheroisemgeral.blogspot.com |
—
¿Cómo le pareció el índice de audiencia logrado por India... en Venezuela?
—
De pésimo gusto. Pero nada menos podía
esperar de un canal de esa especie. ¿Cómo es que dijiste que se llama?
—
TVES.
—
¡TVES! –exclamó riendo- ¡En mi vida había
oído hablar de eso! Siento que Venezuela es un país que está siendo muy
desafortunado, pero, a pesar de que me enfurecí cuando me enteré de cuántas personas me vieron en tu país, ahora pienso que mi vida no cambiaba para nada, si me hubiesen visto dos seres humanos, un millón o un millardo. India, Una Historia de
Amor fue una novela élite y, por ende, que pocos me hayan visto allá, fue bueno, hasta cierto punto. No soy apta para las masas. Yo fui catalogada una de
las mejores villanas en la historia de la televisión brasileña, la multitud me
ofusca.
—
¿Cómo fue que le llegó esa información?
—
Hay algo que no alcanzó ser mostrado en la
novela: estoy seduciendo a un funcionario del gobierno venezolano, quien está
encantado conmigo y quiere que vaya para allá. Ya sé que no le gusta la vida
que lleva, así que por ahí es donde voy a entrarle para quitarle todo el
pellejo –dijo con absoluta naturalidad, con voz relajada y sonriendo-. Siempre
me cuenta de lo que allá sucede, que está harto de eso y que quiere que yo,
Duda Alencar, vaya a buscarlo…
Duda Alencar. Leila
Carvallo. Yvone Magallanes… Ese fue el único delito que no pudo esconder: cambiar de
identidad, como quien cambia de ropa interior… Y en cada una de ellas,
convenció de amor a sus estafados hombres, para hacerse de sus fortunas. Pero
ellos no fueron los únicos que creyeron en sus sentimientos. Ella misma, en su
psicopatía, creía, por momentos, que los amaba. Era capaz de fingir tan
perfectamente cualquier cosa, de construir en su mente los mejores objetivos,
para que nadie dudase de sus buenas intenciones.
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Nadie dudaba de sus buenas intenciones (ni ella misma, a veces). Tomada de: camila25isis.unblog.fr |
¿Y quién podría dudar de la
bondad de este personaje? ¿Quién podría resistirse a su sonrisa y a sus
comentarios halagadores? En la novela, nadie. Pero todos los televidentes
fueron testigos (y cómplices sentimentales) de cómo, sin drama, sin
exageraciones y con pulso de cirujano, lograba que cada quien hiciese lo que
ella quería. Al final, hasta más de un televidente también llegó a conferirle
credibilidad a esta villana. Seguridad. El poder de la mente.
—
¿Usted es consciente de su psicopatía, no?
—
¿Psicopatía? ¡Por favor! No es una cuestión
de psicopatía, ni de dinero, como todos supusieron. Es un sentido de vida… Es
como si pidieses al águila que no coma con el pico o como al tigre, que viva
sin atacar.
—
¿Y cómo lo hace tan perfecto?
—
Lo importante es saber las debilidades y las
fortalezas de la gente con la que tú quieres dar el golpe. Es decirles
exactamente lo que sabes que quieren oír… Al final, ellos irán solos a hacer lo
que tú quieres que hagan. Es como empujarlos, pero sin ejercer violencia.
—
¿Para qué lo hace?
—
¡Es maravilloso este sentimiento de poder que
te da el manipular a las personas! –dijo, riéndose, pero con el mismo tono
suave de siempre-
Ciertamente, esta mujer
manipuló a medio elenco de India… Su
gran golpe fue con el adinerado Raúl Cadore, en cuya vida logró meterse a grado
tal, que lo convenció de inyectarse una sustancia que lo hiciese pasar por
muerto por unas horas. El objetivo: que lo velasen y así huir ambos para India,
a una “nueva vida”, pero él con la identidad de Humberto Cunha, lejos de su
esposa, su hija, su hermano, su papá, la presión de la empresa… Y pasó a tener
una nueva vida, sí, pero más breve de lo que él esperaba…
Tal tarea le tomó a Yvone,
por lo menos, unos 100 capítulos. Al final, después de derrochadores viajes y
compras en Dubái, lo esposó en una cama, fingiendo jugar sexualmente con él.
Mientras el hombre estaba excitado, pidiéndole que se acercase a él, ella se
vestía, diciéndole que lo amaba, que estaba loca por él y que fue el mejor
hombre en su vida (cosa que, quizás, ha sido una de sus pocas verdades)…
Terminó agarrando su maleta
y dejando solo y esposado en la cama a Raúl (o a Humberto) y llevándose, con
ella, cualquier rastro que después la delatase. Evidentemente, logró hacer
transferencias bancarias a sus cuentas y a las de su cómplice, Michael Brown,
desde las de Raúl, dejándolo sin medio. (Ve el video).
—
Usted es sádica.
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Tomada de: oglobo.globo.com |
—
¿Sádica por lo que hice con Raúl? Más bien,
al final, fui desdichada. Dejarlo esposado en la habitación del hotel de Dubái,
con la libido a millón y no ver en qué fue a parar todo aquello, fue como poner
una bomba y no ver la explosión. Moría por ver su cara de desconcierto, por escuchar
sus gritos. Qué lástima –dijo, aguantando la risa-.
—
¿Y no tiene nada de carga de conciencia?
—
Lo que él hizo con su esposa y con su hija,
dejarlas abandonadas por mí, lo pudo haber hecho conmigo más adelante, ¿no
crees? Ellas eran su familia, no yo. Todo fue cuestión de dar el primer y gran
paso, fue legítima defensa. Él fue el culpable. Yo solo le di los argumentos
para que él creyese en lo que quería creer: que otra vida era mejor que la que
llevaba.
Depredadora irresistible
En medio de la entrevista,
Yvone no dudó en espetar:
—
Por cierto, ¿sabes? He estado leyendo tu blog
y me parece mágico. No dudo que tendrás futuro como periodista. Cuando lo leo,
siento una gran satisfacción por saber que en el mundo todavía hay periodistas
y escritores tan brillantes, tan entregados. Tienes pluma de grandes.
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Tomada de: revistanaweb.blogspot.com |
Y
así, poco a poco, comenzó la seducción. Ya yo sabía cómo es que ella juega, que
siempre tiene una carta bajo la manga, que, como ella misma me acababa de
decir, lo que hace, no es por dinero, sino por satisfacción, por “sentido de
vida”.
Se
puso de pie sin quitarme la mirada de encima, con su sonrisita cautivadora.
Caminó hasta una mesa y sacó unas esposas, mostrándomelas. Le dije que no era
tonto, que yo ya la conocía y que, evidentemente, no caería en la misma trampa
que Raúl. Además, le manifesté mi convicción periodística y le dije que esa
cita era solo con fines profesionales. Pero no sé cómo logró convencerme de lo
contrario que me había dicho: que Raúl tenía dinero y que yo no, así que no
debía preocuparme.
—
Grandes hombres buscan siempre grandes
mujeres. Sé que tú me admiras y que sabes que me mereces. Yo también lo sé.
Ven, déjate esposar y juguemos. Será una velada inolvidable –me dijo, con
absoluta sinceridad-.
Campo
minado.
Después
de resistirme por unos minutos, logró convencerme. Ella misma me quitó la ropa,
me besaba con amor real. Al rozar la primera vez mis labios con los de ella,
mis dudas se disiparon. Su gusto por mí era real, pude sentirlo. Yo estaba en
el cielo por estar cumpliendo un sueño: acostarme con una de mis villanas de
telenovela favoritas. Éter.
“Você
é um garoto muito especial”, me decía varias veces con ese acentico brasileño
irresistible, mientras me empujaba hacia la cama. “Tu és linda, linda”,
respondía yo con mi acento lisboeta, claramente excitado... Se acabó el trato
de “usted”.
Mientras
me esposaba, me decía que le excitaba la “mezcla de niño virginal con hombre
peludo” y mi “olor a gloria”. Me olía el cuello, el cabello. Era mi mejor
noche. Paró y me dijo que jugaríamos. Afirmó que tenía años sin estar con un
hombre por gusto real y no por psicopatía. Placer y encanto. Fue hasta la mesa
de noche y apagó la grabadora.
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Tomada de: bemparana.com.br |
Acto
seguido, se quitó el jean y la camisa blanca que tenía, quedó en ropa interior.
Fue hasta el clóset y sacó unas medias pantys, un vestido verde y unos tacones
del mismo color. No sé cómo hizo para saber que el verde es el color que me
despierta el instinto sexual. Lectora de mentes.
Se
sentó frente a mí para ponerse las medias y los tacones. Después, así, sin
ponerse todavía el vestido, se pintó los labios del color de siempre: rosado.
Agarró el vestido y me preguntó: “¿Te gusta este color?”, a lo que yo,
lógicamente, asentí: “Me fascina. Eres linda, linda, linda, linda”.
Pasó a darme la espalda,
mientras se ponía una bufanda negra y encendía en el radio “Halo”, de Beyoncé, uno
de sus dos temas musicales en la novela. “Eres un reportero especial”, me dijo
medianamente sonriente, seductora, segura, mágica, única, celestial.
Finalmente, se puso el gran
vestido verde. Se abotonaba, botón por botón, despacio, mirándome con sus ojos
de café y prometiéndome que aquello sería inolvidable. A decir verdad, yo
estaba impaciente. Logró que hiciese lo que nunca había hecho: suplicarle a una
mujer que se acercase a mí. Quería arrancarle todos aquellos botones con mi
boca, uno a uno. Ella sonreía, a sabiendas que dominaba la escena.
—
¿Y entonces? ¿Lo estás disfrutando, no?
—
Claro, sabes que sí. Ven, anda, que quiero comerte completica.
Quedó paralizada, sin perder
su icónica sonrisa. Dio unos pasos a la izquierda, tocó mis pies suavemente, le
sacó la memoria a la grabadora y caminó hacia la puerta. Yo comencé a asustarme
y le pedí que no lo hiciera. Ella me emplazó a calmarme y a confiar. Dejé de
hablarle. Abrió la puerta. Ahí comencé a asustarme más. Le grité que me soltara,
le pregunté por qué lo hacía.
—
¿Qué? ¿Pensaste que me ibas a grabar, a tener
sexo conmigo y después entregarme a la policía, así tan fácil, con el pretexto
que eres reportero?
—
Sabes que no lo haría.
—
Sabes que sí lo harías.
Me quedó viendo un rato.
Ninguno de los dos dijo palabra alguna. Yo pensé que lo hacía por macabra, que
después soltaría una carcajada y me soltaría. Me lanzó un beso con las manos y
cerró la puerta. Grité, ya en español: “¡Ven, Yvone, por favor, no me hagas
esto!”.
En el video: Yvone huye de la cárcel.
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