DEL MACHO CABRÍO AL PULCRO VARÓN


Muchos dicen que se cuidan para agradarles a las mujeres y niegan ser metrosexuales. La metrosexualidad proviene de la cultura gay, aunque no hay relación entre ambas tendencias. Es un fenómeno comercial

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“Uno siempre busca a la mujer más perfecta, la más bonita, la que está más buena. Y siempre la más perfecta, la más bonita y la que está más buena busca al hombre perfecto, al bonito y al que está bueno. Por eso es que yo cuido mi imagen”, sentencia Adrián (nombre ficticio, por petición personal), un caraqueño de 21 años.

Con una franela morada ceñida al cuerpo, que le hacía notar sus trabajados músculos, un jean no tan pegado como la franela, unos zapatos Adidas, un peinado estilo “cresta” con gelatina y sus zarcillos, Carlos comenta que es amante del gimnasio, de la ropa de marca y de la buena imagen.

Aunque, a simple vista, puede ser catalogado como metrosexual, él se muestra reticente a la hora de decir si es o no de esta tendencia. “Puede decirse que sí tengo algo, pero no llego al límite”, añade en una conversación en plena Plaza Altamira de la capital venezolana.

El concepto de metrosexualidad fue inventado en el año 1994 por el periodista inglés Mark Simpson y definió al nuevo hombre, que tiene dinero, vive en las grandes ciudades, gusta de vestir bien, se pinta las uñas y el cabello, usa cremas y gusta de sí mismo, independientemente de sus gustos sexuales y “del tamaño de su pene”.

Como Adrián, hay muchos que, a la hora de ser interrogados sobre si se consideran o no metrosexuales, responden negativamente, a pesar de manifestar su preocupación por el cuidado personal y, no solo eso, sino expresarlo abiertamente.

Tal es el caso de Estéban (nombre ficticio, también por decisión personal), caraqueño de 23 años, estudiante de Trabajo Social en la Universidad Central de Venezuela (UCV), quien afirma que cuida su imagen lo más que puede, rasura su cuerpo todos los domingos y asiste “todos los días” al gimnasio. Pero dice: “No soy metrosexual, porque no soy obsesivo con mi cuidado”.

A tal respecto, Mariana Bacalao, comunicadora social, quien ha estudiado temas relativos a la sociedad de consumo, dice que ningún metrosexual se acepta como tal porque en los primeros años del Siglo XXI, surgió un movimiento “contrametrosexual”, conformado por mujeres estadounidenses, que aclamaban la vuelta de aquel macho cabrío de los años ochenta.
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Asimismo, la también profesora de la Escuela de Comunicación Social de la UCV, expresa que esas mismas mujeres “decían que no querían hombres metrosexuales porque eso es una forma de ser medio gay. Para ellas, ser metrosexual era una forma por la cual el hombre se desempoderaba sexualmente”.

Sin embargo, para la psicóloga Patricia Valderrama, “es un gran error asociar metrosexualidad con falta de masculinidad”. “La metrosexualidad es la apertura de actividades que antes eran privadas, por lo que puede decirse que no es que el hombre de hoy sea más coqueto, sino que ahora lo hace más público”, añade.

Explica que ambos sexos tienen cargas femeninas y masculinas a la vez. “El manejo de la energía masculina, que es la acción y la brusquedad, la tienen ambos sexos y las cosas femeninas, las decoraciones y la imagen, también las tienen ambos sexos”.

Para esta especialista, lo que sucede es que la sociedad actual le da más permiso al hombre para que exponga ese lado femenino más abiertamente: “El hombre antes estaba socialmente reprimido”.

Mujeres causales

En su exposición, la psicóloga Valderrama expresa que las mujeres han contribuido negativamente a la belleza masculina: “Por el aumento de su narcisismo, han descuidado y olvidado al hombre y es por eso que este ha buscado nuevas formas de cuidar su imagen”.

En ese sentido, opina que “antes, las esposas agarraban a los hombres en sus casas y les limpiaban las uñas, les cortaban ciertos vellos del cuerpo. Es por eso que el hombre siempre ha sido coqueto, pero en los últimos años las mujeres los han abandonado en ese sentido y (ellos) han buscado su independencia para cuidarse y verse bien”.

En ese sentido, Carlos Sánchez, cliente de Only For Men, Estética Masculina & Barber Shop, ubicada en el CC San Ignacio, en Caracas, expresa que las mismas madres impulsan a sus hijos a que sientan preocupación por cuidarse. “Desde que lo cuidan a uno de pequeño, que tu mamá te peina y te manda para el colegio, te plancha el uniforme, te lava la ropa. Eso, para mí, influye muchísimo”, afirma el caraqueño de 32 años, a la vez que está siendo peluqueado en el centro de estética.

Origen gay

Para muchos, la metrosexualidad significa “estar a un metro de ser gay”. Aunque, como afirmó Valderrama, es un error relacionar este fenómeno con la homosexualidad, Héctor Navarrete, antropólogo y coordinador de Contranatura, fundación que estudia lo relativo a la diversidad sexual, el fenómeno de la metrosexualidad proviene de una cultura gay.

Navarrete explica que el hombre siempre ha sentido inquietud por su imagen. “Sin embargo, podemos decir que la metrosexualidad arranca como fenómeno en los años ochenta, cuando en las sociedades más desarrolladas muchos homosexuales clandestinos se dedicaron a propagar su cultura”, cuenta.

Boy George.
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“En esos años, ocurrió un momento de redefinición de la masculinidad, a través de los medios de comunicación. Y es así como hubo una comunidad homosexual que hizo que la metrosexualidad se activara”, sigue con su explicación el antropólogo, quien ejemplifica su idea con el surgimiento de artistas como Boy George, roquero con una vestimenta travesti y, en el caso venezolano, la revista Estilo.

Por otra parte, según el mismo Navarrete, la casa de modas estadounidense Calvin Klein es una “experta homosexual”, que sacó uno de los primeros anuncios publicitarios (en los mismos años 80), en la cual salía un hombre en interiores con una actitud sensual, como salían siempre las mujeres y con un alto grado de erotismo.

En estos años hubo un auge de una élite intelectual gay, que empezó a tener periodistas, artistas plásticos, publicistas, fotógrafos “y comenzaron a sacar todas esas costumbres homosexuales, que en ese momento eran clandestinas, e incitaban al público a adoptar esas conductas”. Este, para el antropólogo, es el inicio del auge de la metrosexualidad como fenómeno masivo.



Algo comercial

Pero tampoco hay que negar que la metrosexualidad sea un movimiento empresarial con un trasfondo comercial. En relación a ello, la comunicadora social Bacalao indica que “también tiene relación con la homosexualidad, porque caló, precisamente, ya que la homosexualidad es mucho más libre, no tiene tapujos y empezó a consumir cosas. Es decir, hay más permiso social para que los hombres se arreglen, se peluqueen”.

Bacalao aclara que del número indefinido de metrosexuales en todo el mundo, una minoría es heterosexual. “Los metrosexuales lo son porque sienten la necesidad de sentirse contemporáneos, a la moda”, remata, a la vez que dice que es hoy un fenómeno por la alta incidencia de los contenidos mediáticos en las sociedades capitalistas.

Precisamente, los centros de estética que reciben a hombres van en aumento, sólo en Caracas. Tal es el caso de Only For Men, centro de estética para caballeros, que fue creado en el 2001 y, hasta hoy, cuenta con 12 sucursales en todo el país. “Próximamente, abriremos una franquicia en Colombia”, agrega María Marcano, esteticista encargada de ese centro de belleza.

En Only For Men, el corte de cabello más económico sale en 195 Bs. y los servicios van desde eso, hasta masajes antiestrés y depilaciones cuerpo completo en varias sesiones, que rodean los cinco mil bolívares. Lo que demuestra que el cuidado masculino no requiere solo de tiempo, sino también de dinero.

A juicio de los expertos, la metrosexualidad seguirá en aumento. Para ellos, hombres y mujeres se parecerán más, en el sentido que los roles de cada sexo serán cada vez menos diferenciados, independientemente de que vivan o no en grandes ciudades.

Cueste lo que cueste, la gente siempre hace sacrificios por parecerse a lo que los medios de comunicación social les presentan. Lo importante es verse bien, porque, en esa medida, la gente se sentirá bien. Esto, en el caso masculino, sin perder la condición de ser un mero macho, un varón. Como dice la profesora Bacalao, “mientras más cuidados tienes, la sociedad te verá mejor”.

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