La abierta postura política de la presidenta del
CNE no la afecta a ella, sino a la democracia. Los rumores contra el árbitro se
consolidaron en 2005. Según la teoría, estos rumores son “sumergibles” y “de
temor o ansiedad”
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Cilia Flores, presidenta de la
Asamblea Nacional en 2009, de la mano con Tibisay Lucena., en la proclamación
de la victoria del Sí a la reforma constitucional, que aprobaba la reelección
continua para el cargo de presidente.´
Tomada de: aristobulo.psuv.org.ve |
Por: @PedroDeMendonca
El domingo 14 de abril de 2013, la mayoría de los
venezolanos escogió a Nicolás Maduro como el nuevo Presidente de la República,
quien administrará el país en un momento de crisis multidimensional sin
precedentes. Más allá de la ausencia de propuestas claras por parte de él y los
demás candidatos que se postularon a la elección y de la “presencia” del
difunto Hugo Chávez, cuya muerte motivó esa elección “sobrevenida”, algo que
debe ser tratado con detenimiento es la confianza dada por los ciudadanos al Consejo Nacional Electoral (CNE).
Luego de que la diferencia de porcentajes entre los principales contendores, Nicolás Maduro y Henrique Capriles, fuera de 1,04% (7575504 obtuvo aquel y 7302648, este) y de la negación por parte del árbitro electoral de recontar los votos (aceptó la auditoría del 46% restante de las cajas de votación, que no fueron escrutadas el domingo 14 de abril), tal como lo pidiese la oposición, la credibilidad del árbitro electoral (que, además, tardó cinco horas en dar los resultados) vuelve a ponerse en tela de juicio.
Desde luego, a eso se le tiene que añadir la negación de Capriles, el día 24 de abril, de realizar la auditoría, por considerarla "chimba" y que no cumple con los estándares mínimos requiridos de confianza. Asimismo, anunció que impugnarán las elecciones ante el TSJ, del cual dijo no esperar nada, para luego asistir a las instancias internacionales correspondientes. Capriles y su comando de campaña, Simón Bolívar, presentaron las denuncias de las irregularidades durante el proceso, al órgano comicial, sin recibir respuesta.
Para la abogada Zulmaire González, en un artículo de opinión publicado en el
periódico El Universal el día 6 de abril, “Tibisay Lucena se quitó la careta”, en
alusión a la manifiesta parcialidad política por parte de la presidenta del
Poder Electoral.
Lógicamente, Tibisay Lucena es también una
ciudadana y vota. Pero lo que no es lógico, ni legal y colabora para generar
rumores, es que la presidenta del órgano electoral, no solo manifieste su
postura política, sino que también discursee de un modo parecido a los
chavistas. El famoso “No se equivoquen”, típico de, entre otros, Diosdado
Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, también salió de su boca el pasado
7 de marzo, al presentar el calendario electoral.
Cronología de los rumores
La desconfianza no es nueva. La “puesta en duda” de
la parcialidad del árbitro electoral y, específicamente, del secreto e
inviolabilidad del derecho al sufragio en Venezuela, se consolidó en las
elecciones parlamentarias del año 2005.
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María Corina Machado en 2008,
cuando era presidenta de Súmate.
Exigiendo publicación de actas de
las elecciones regionales de 2008.
Tomada de: sumate.org |
Vale la pena recordar que en esos comicios la Asociación Civil Súmate, presidida en aquel entonces por la actual
diputada de la Asamblea Nacional María Corina Machado, encabezó una campaña, invitando a la
población a no votar. Además, los partidos de oposición no se postularon para esos
comicios, ya que, según ellos, el CNE era un apéndice del partido de gobierno
y, por ende, carecía de confiabilidad.
De hecho, fueron
varias las ocasiones en las que, justo después de que se publicaran resultados
electorales, dirigentes de oposición protestaran ante los medios, por presunto
“fraude”. Todo esto, claro está, se quedó en una simple denuncia que nunca fue
comprobada, pero que, igualmente los dirigentes opositores siguieron utilizando
para “venderle” al país una especie de “somos mayoría, pero no podemos ganar”.
Así pasaron las siguientes elecciones
presidenciales de 2006, el referendo constitucional de 2007, las elecciones
regionales de 2008, las parlamentarias de 2010 (donde la oposición obtuvo
mayoría de votos, pero no mayoría de curules), las presidenciales de 2012 y las
regionales de 2012. Todas, a excepción del referendo de 2007, ganadaspor el oficialismo y criticadas por la oposición.
Por supuesto, los opositores no objetaron la
imparcialidad del árbitro después de publicarse los resultados del referendo de
2007. Y en las demás, tampoco “cantaron” más “fraude” y siempre aceptaron los
resultados, aunque con actitudes de “a regaña dientes”.
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Resultados Elecciones Presidenciales 2013.
Tomada de: cne.gob.ve
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Así fue en 2012, por ejemplo, cuando, luego de
hacerse públicos los resultados de las presidenciales, la oposición los
respetó, pero criticando la desventaja durante la campaña. Denunciaron al CNE
de ventajista, al no prohibir el uso de las cadenas de radio y televisión con
fines electorales, al aplicarle el reglamento electoral más a un sector que a
otro, al abrir a última hora centros electorales improvisados, etc.
Sin embargo, estas elecciones de 2013 mostraron a
una oposición diferente: criticando y denunciando antes de la elección.
Dirigentes políticos de oposición presentaron, antes de la realización de la
votación, documentos, en los que le exigían al árbitro, entre otras cosas, el
uso de la tinta realmente indeleble, la eliminación de la máquina “captahuellas”,
el conteo de todas las boletas, la eliminación de las cadenas de radio y
televisión (y el consecuente uso de los recursos públicos para hacer campaña) y
la no participación del Plan República, por tratarse de un evento civil.
Y después de haberse realizado el evento electoral, la oposición siguió con la misma actitud fiscalizadora, exigente y frontal. En boca de su líder, Capriles Radonski, no concordará con los resultados, hasta tanto no sea escrutado el 100% de las cajas. Capriles ha expresado en varias ocasiones que los resultados que ellos manejan no se corresponden con los emitidos por la presidenta del Poder Electoral, Lucena. Además, el día 18 de abril manifestó que "en ese 46% (de las cajas que no han sido escrutadas) es donde está el problema". Esto, sumado a la impugnación y a la no sanción de las infracciones electorales comprobadas, lógicamente, pone en entredicho la veracidad del ente comicial.
El rumor, según la teoría
En líneas generales,
los rumores son "informaciones" no oficiales y no corroboradas, pero
que, por su verosimilitud y por la gravedad o simple curiosidad de lo que
proponen o sugieren, son creídas o, por lo menos, considerados por cierto
sector de la población.
Según la
clasificación realizada por el periodista estadounidense George Knapp, el rumor
de la parcialidad del CNE puede entrar en los llamados rumores de temor o
ansiedad, pues asume una variada intensidad y “puede ir desde la más ligera
angustia, hasta el pánico desatado”.
Esa ansiedad de saber
si el voto es secreto o no, es originada por un segmento de la población
venezolana, que busca una explicación verosímil ante tanta “perdedera” y
exaspero por un cambio político. Es posible decir que ese grupo de personas no
se niega a aceptar que son minoría (no tan pequeña, pero minoría al fin, de
acuerdo a lo dicho por últimas encuestas) o que están fracasando en sus
proyectos “de país”.
Por otro lado, es
posible decir que este es un rumor sumergible, según el criterio temporal de D.
Bysow para clasificar los rumores. En su libro El Estudio de la Opinión Pública, el
analista venezolano Iván Abreu explica que el rumor sumergible circula en un
tiempo determinado para luego “sumergirse” y reaparecer más tarde, cuando las
circunstancias sean las más propicias.
Evidentemente, este
rumor ha circulado en Venezuela en más de una oportunidad. Cada vez que hay
elecciones de cualquier tipo, sale a la luz el rumor sobre el secreto del voto,
la imparcialidad del árbitro… Los comentarios pasan de boca en boca de manera
espontánea.
Asimismo, como rumor
político, este puede incurrir en una de los deslices que el famoso estudioso de
opinión pública Jean-Noël Kapferer
denomina como “primer pecado capital”: el de la mano oculta. Es un ejemplo
vivo, ya que este rumor denota o implica que detrás del CNE hay todo un juego
de intereses que siempre favorecen a una sola opción, presentada por un partido
político, que quiere “perpetuarse en el poder”.
Por su parte, el
“sexto pecado capital” de Kapferer, “doble discurso”, también aplica para este
rumor, ya que el mismo plantea la posibilidad de que, detrás de las
declaraciones de los rectores del CNE, hay toda una práctica, que demuestra lo
contrario: siempre gana la tolda roja, lo que da pie a que el rumor siga
“vivito y coleando”. Y la añadida “octava injuria madre”: “la conspiración” es
el perfecto ejemplo de este rumor. Siempre es: “¡Hubo fraude!”.
Enseriarse
Este rumor, por mucho
que ya nos estemos acostumbrando a él, afecta gravemente, no solo al órgano
rector de los comicios electorales criollos, sino también al sentido y al
sentimiento de la casi “virginal” democracia venezolana. Como se afirma en un artículo on-line de Analítica Consulting, “el
secreto del voto (y la parcialidad del árbitro) es uno de los elementos más
importantes en el ejercicio de la democracia…”.
En ese sentido, las
acciones que debe llevar a cabo el CNE, cuyo carácter de fraudulento nunca se
ha podido comprobar, pero que ha estado en duda por estos rumores, es limpiar
su imagen ante el colectivo.
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Resumen de exigencias hechas por
la oposición al CNE,
de cara a las elecciones del 14
de abril de 2013.
Tomada de: @VenteVenezuela. |
La tardanza para
difundir los resultados de los comicios (remediada un poco desde las
presidenciales de 2012, pero que los venezolanos volvieron a padecer en las
elecciones del 14 de abril); la constitución de la rectoría del CNE (solo un
rector declarado opositor y los otros relacionados con el oficialismo,
incluyendo su presidenta); la voluntad de asistir primero a los partidos
oficialistas, antes que a los opositores, para la realización de elecciones
internas; la atención de más denuncias de un sector que de otro y ahora la
negación de recontar el 100% de los votos (aún hay muchos insatisfechos con el
decreto de auditoría del 46% de las cajas restantes) son, entre muchos otros,
cabos sueltos que la gente del poder electoral deja y que dan pie, por
supuesto, a que este rumor y sus derivados sigan fijos en la memoria de los electores.
Como expresa
Kapferer, “…no existen recetas mágicas para acabar con un rumor”, sin embargo,
como recomendación, el CNE debería crear campañas antirumores, que le
demuestren a la ciudadanía que, verdaderamente, el sistema es confiable.
El rumor no afecta
solo a Tibisay Lucena, ni al chavismo, sino a las ganas de un colectivo por
expresar su voz ante situaciones de interés nacional. Afecta la imagen
democrática, inherente a la sociedad venezolana.
Por eso, los rectores
del CNE y los dirigentes políticos, en general, deben divorciarse de consolidar
esos rumores en la ciudadanía, a fin de que clasificaciones como las que hace
Jorge Rouquette, citado por Ivan Abreu en su libro, queden nulificadas: “hay
los ‘buenos ciudadanos’ (los que confían en sus gobernantes) y los ‘malos
ciudadanos’ (los que no confían y se entregan al vicio colectivo de los
rumores)”.
Pero, ¿cómo puede
confiar el ciudadano en medio de estos rumores? La responsabilidad principal
recae en los hombros de los políticos y funcionarios públicos, a fin de que
Venezuela sea un país de, según el señalamiento de Rouquette, “buenos
ciudadanos”.
Mientras tanto, la jornada electoral del 14 de abril sigue dando tela que cortar y el país espera lo que acontezca con la auditoría del 46% restante de las cajas de votación, en las que, según Capriles, está el problema; la impugnación de los resultados o las respuestas de los organismos internacionales.
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