PARA TI, QUE ENCONTRASTE ESTA CARTA



“¡Hola!

Tú y yo no nos conocemos. De hecho, existe una probabilidad altísima (casi de 100%) que nunca nos veamos a los ojos y que, por lo menos yo, nunca vislumbre tu mirada hechizante y tu sonrisa encantadora. Estoy casi seguro (y quizás tú también) de que nunca podré coger tu mano para, apretándola y mirándote a los ojos, decirte: ‘¡Qué grande eres!’.

A lo mejor, mientras leas esto estés riéndote o burlándote, pensando: ‘Qué loco (o ‘qué gay’, si eres hombre) habrá escrito esto’. En realidad, eso no me importa. Mi objetivo único es que sepas y entiendas cuán importante eres, no solo para tu familia, amigos y demás seres queridos, sino para la humanidad toda. Tienes dos manos, dos ojos, un cerebro y una poderosa sonrisa: más que suficientes para cumplir tus sueños y ser grande.

Probablemente, también estés pensando: ‘Si no me conoce, ¿cómo puede aseverar que tengo todo eso?’. Es que no hace falta conocerte para saber que, mientras vas en este viaje, estás pensando en cómo no dejar de encantar al mundo, ser mejor entre los mejores.

Te pido que actúes según tus objetivos, tus sueños. Valórate y confía en ti. No tengas miedo ni vergüenza de expresar tus verdaderos pensamientos, ni de actuar según tus convicciones, que son genuinas por demás. Esa es la clave para hacer que el mundo gire a tu antojo.

Muy al contrario de lo que estuvieres pensando, tú a mí me importas… No te puedo explicar cómo me importas, pero me importas.

Espero que llegues bien a tu destino y que cada en cada acto tengas el convencimiento de que eres indiscutiblemente excepcional.

Con mucho cariño,

Un hombre que encontró su camino”.

Nota: Dejé esta carta anónima en un asiento del Metro de Los Teques (Venezuela), cuando me bajaba en la Estación Guaicaipuro, el día 10 de abril de 2013.

Comentarios