SIN POLÍTICAS PÚBLICAS


Venezuela votó, sin la mayoría conocer planes de los candidatos. El problema de las políticas públicas en América Latina es existencial. Debe fomentarse la cultura ciudadana de la gente, ya que ella es crucial en la ejecución de los planes nacionales

Boleta electoral para las elecciones presidenciales de 2013 en Venezuela.
Los votos por Fredy Tabarquino serán nulos.
Tomada de: cne.gob.ve



El 14 de abril de 2013, la mayoría de los venezolanos eligió a Nicolás Maduro como Presidente de la República, para completar el período 2013-2019, iniciado en enero por Hugo Chávez. Independientemente de por quién votó cada quien, todos lo hicimos con la misma esperanza de siempre: gozar de mejores condiciones políticas, económicas, sociales… que nos permitan forjarnos una vida mejor. Y votamos, a pesar de no saber, a ciencia cierta, qué propusieron los seis candidatos que se postularon.

Independientemente de la victoria de Maduro o la auditoría planteada por Henrique Capriles y aceptada por el Consejo Nacional Electoral, ¿cómo podemos tener “una vida mejor”, si damos nuestro voto en esas condiciones?

Además, al revisar el plan de cada candidato, se evidencia que la noción de planificación por etapas y fases, que el establecimiento de lineamientos y el asentamiento de acciones y decisiones específicas (que definen, entre otros, lo que es una política pública), de acuerdo a una ideología, visiones y recursos disponibles, es algo de lo que carece la política venezolana misma.

¿Cómo hacer que los habitantes de un país tengan “una vida mejor”, si no se diseñan políticas públicas claras y, para rematar, se tiene a una ciudadanía que va casi a ciegas a las urnas electorales? Lamentablemente, esta es una “condición” que no padecemos solo los venezolanos, sino los latinoamericanos, en general.


“Karma” latino

Más allá de los preceptos teóricos, que son necesarios e indispensables, lo que es sine qua non comprender es el impacto y la importancia que tienen hoy en día las políticas públicas.

Sea un juicio de valor o no –los juicios de valor se emiten solo después de conocerse el sustento de lo que se valora-, es importante mencionar que América Latina es una región históricamente vulnerable en ámbitos económicos, sociales, tecnológicos, ambientales, etc. Y esto, desde luego, por el diseño de políticas públicas poco apegadas a las realidades sociales o, en otros casos, simplemente, por el no diseño de políticas públicas.

Sería un acto muy desconsiderado decir que América Latina es un continente vanguardia en políticas públicas, cuando la región ha experimentado desigualdades sociales de las más grandes de todo el globo terráqueo.

Tal desigualdad no solo se evidencia en la diferencia de los crecimientos y desarrollos entre países, sino también en el interior de cada nación. Las estadísticas del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en materia de educación, salud y vivienda son, entre muchos otros, ejemplos de ello. La pregunta: ¿dónde han estado las políticas públicas?

Lamentablemente, el no seguimiento de las políticas ha sido una constante en la ejecución de las mismas. Y cuando se habla de seguimiento, se alude, por supuesto, a la evaluación de resultados, para la adecuación constante de las técnicas que permitan la consecución de los objetivos.

Sociedad somos todos

La gestión de una política pública no puede ser llevada a cabo solo por una minoría, con base en suposiciones o en el “deber ser”. Se debe comenzar a crear los mecanismos para formar una ciudadanía que gestione sus propias políticas, de acuerdo a las realidades y necesidades que ellos mismos viven y padecen.

De lo anterior, se desprende la idea que, como expresa el experto en ciencias políticas André Noel-Roth, “los ejecutores de la política pública están inscritos en un contexto histórico, social y cultural específico y, a partir de este contexto, realizan un trabajo de interpretación y de traducción del sentido y del significado…”. Por ende, quien no pertenece a y desconoce un contexto específico, difícilmente puede interpretar y dotar de sentido la dinámica en cuestión y diseñar políticas públicas que se correspondan con las verdaderas aspiraciones del colectivo.

Solo en la medida en que los diseñadores de políticas públicas, no solamente conozcan las particularidades de cada realidad social, sino que, además, estén dispuestos a aceptar diferencias de cosmovisiones –debería ser un requisito de entrada para cualquier estadista o tecnócrata-, podrán tomarse medidas más acordes con las necesidades sociales.

Por eso, surge la necesidad imperiosa de involucrar en todas las fases y etapas de las políticas públicas a los ciudadanos organizados, con base en criterios de razonamiento y no de apego a un “alarido político”.

Por esencia, la gente siempre juega un rol decisivo en la ejecución y cumplimiento de las políticas públicas. Por ello es necesario que se les involucre, siempre con la orientación debida (no todo el mundo sabe ni debe “nacer sabido”), en la creación y seguimiento de las mismas. Debe vérseles y formárseles como ciudadanos, no como meros electores.

Para todo esto, debe entenderse que las organizaciones públicas, el Estado, garantes de la propuesta, creación, diseño, seguimiento, evaluación, reformulación, etc., de las políticas públicas, son portadoras de un significado social (la cultura y objetivos nacionales, por ejemplo, constituyen ese significado). Y todo significado se construye con interacción (con la gente, en este caso), la cual es vital para la definición de méritos socialmente útiles, importantes.

Y mientras seguimos sin entender eso, ahí fuimos los venezolanos: a darle nuestro voto a alguien que, ni siquiera, nos tomamos la “molestia” de conocer. Fuese quien fuese.

“Todas las pasiones son buenas, mientras uno sea dueño de ellas. Y todas son malas, mientras nos esclavicen” (Jean Jacques Rousseau).

Comentarios

  1. Pese a nuestras consabidas diferencias, comparto lo que expones acerca de la elaboración, seguimiento y ejecución de las políticas públicas. Desde un escritorio sólo logramos construir propuestas que parten de hermenéuticas alejadas del sentido y prioridad que le otorgan los supuestos beneficiarios de dichas políticas.

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    1. ...Cuando se construyen. De resto, padecemos de una política totalmente al garete, desapegada de nuestra (s) realidad (es), necesidades y aspiraciones. En lo personal, sigo creyendo en aquella frase de Juan Pablo II: Latinoamérica es el continente de la esperanza... Aquí sigo, esperanzado porque todos estos cambios que estamos experimentando, sean el principio de nuestra evolución política y social, que tanto hemos querido, por la cual tanto hemos luchado y siempre nos han negado.

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