Para el sociólogo Carlos Colina, la consecución de derechos para
los no heterosexuales, es más fácil en sociedades socialdemócratas. Dice que la
educación es crucial para una aceptación social
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El "besatón" fue la medida de protesta de miembros de comunidad gay frente al Congreso de Colombia. La razón: un congresista dijo que el sexo homosexual es "sucio, asqueroso y excremental". Fecha: Noviembre de 2012 / Tomada de: el-nacional.com |
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Carlos Colina, sociólogo UCV. Tomada de: profile.ak.fbcdn.net |
En algunos países latinoamericanos,
como Argentina, Brasil, Chile y México, han aprobado leyes que reconocen
derechos -unión civil- para las lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales
(LGBTI) y que prohíben la discriminación hacia ellos.
Sin embargo, en Venezuela,
los LGBTI han presentado sus proyectos de ley ante la Asamblea Nacional y la misma Organización de Estados Americanos, pero aún
siguen esperando el anhelado reconocimiento legal.
Para Carlos Colina, sociólogo egresado
de la UCV y autor de varios textos en el área de la diversidad sexual, como Sabanagay
y Babilonias,
la discusión para la aprobación de los derechos LGBTI es netamente política
y la partidización, en el contexto actual, es inevitable.
- ¿Cree que esa apertura,
ese reconocimiento, se da en sociedades “de avanzada”?
- Sí,
claro. Recientemente, se aprobó en Argentina la Ley de Identidad de Género. En México, también. Y
desde el punto de vista político, eso está más ligado a posturas socialdemócratas.
- ¿Cree que exista la
posibilidad en Venezuela, de crear un partido político LGBTI? ¿Hasta qué punto
eso sería efectivo, para la consecución de sus objetivos?
- Yo
no le veo sentido. Lo que debería hacerse es fortalecer esas especies de
comités que existen en diversos partidos políticos, a favor de la diversidad.
Existen en Un Nuevo Tiempo, en Primero Justicia, en el PSUV. Pero que no sean una mera
bandera manipulable, sino que tengan fuerza.
- El año pasado, Nicolás Maduro dijo que Henrique Capriles era un “maripozón”.
¿Cómo usted ve el hecho que se esté usando el tema de la homosexualidad,
específicamente, como arma partidista? ¿Cómo influye eso en el debate?
- Lo
debilita. Es un comportamiento incoherente, porque la política del gobierno se
supone que es inclusiva… Pero también hay que aceptar que la homofobia es un
fenómeno que atraviesan los dos sectores. Es algo cultural.
- ¿Y en qué medida pudiera
cambiarse esa mentalidad?
- Son
importantes las leyes, pero más importante es la educación. Educar para una
ciudadanía plural. Hay que educar al ciudadano para cohabitar con la
diferencia: de clases, de etnias, de ideologías, de expresión sexual, de
géneros. Cohabitar con el otro y respetarlo, reconocerlo.
- Sin embargo, hay ciertos
amaneramientos de los homosexuales, específicamente, que causan “ruido”. Hay
gente que dice: “eres gay, pero igual compórtate como un hombre”...
- Hay
varias masculinidades y varias feminidades. Cuando te dicen “compórtate como un
hombre”, lo hacen con los criterios de la masculinidad hegemónica, patriarcal y
machista. Hay muchas formas de ser un hombre. Por ejemplo, hay hombres que
tienen un comportamiento altamente femenino y no son homosexuales. Somos iguales
y somos diferentes, debemos respetarnos. A mí, la mal llamada loca, me parece
que se merece más respeto que una persona de clóset, aunque también a ellos hay
que respetarlos.
- ¿Cuánto tiempo puede
llevarse la creación de un mundo en el cual la homofobia forme parte del pasado
y sus derechos sean reconocidos?
- Yo
no creo en los cambios totales, o sea, en las revoluciones. Creo que las luchas
sociales, la lucha por nuestros derechos, deben ser contantes. No hay un
amanecer, son prejuicios milenarios. Pero hay posibilidades de cambio
importantes. Por ejemplo, el caso de España es emblemático, tienen un pasado
franquista, católico y alcanzaron una apertura que le gana a muchísimos países.
Yo creo que ahí cumplieron un papel importante los colectivos y la posición de
la izquierda democrática.
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