El racismo en
Venezuela no es de expresión, sino de actitud. Con la llegada de Hugo Chávez a
la presidencia, se destapó la “olla podrida” de la exclusión étnica. En los
medios, los negros suelen ser asociados a valores negativos
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Con el argumento del mestizaje, muchos venezolanos consideran que el racismo es un "problema superado" o inexistente. Tomada de: encontrarte.aporrea.org |
Cuando se dice que en Venezuela hay racismo, muchas
personas se quedan atónitas y empiezan a buscar ejemplos para confirmar,
después de un forzado proceso de recordación. Frases tan sutiles como: “Negro
tenías que ser”, “Pareces un indio”, “Negro que no es creído no es negro” o
“Ese es musiú, tiene plata” forman parte del inconsciente colectivo criollo.
Es necesaria una revisión de aquello que subyace en
el espacio público de esta sociedad. Nos hemos salvado de llegar a los límites
racistas, que han traspasado otros
países y otras épocas, solo porque no lo decimos en voz alta o, mejor aún,
porque la providencia no ha dejado que en Venezuela el hombre explote al hombre
por su color de piel.
Si bien es cierto que el racismo en Venezuela no es
tan radical como el de Francia hacia los magrebíes, por ejemplo, hay que
evaluar el problema con ojo de águila. A simple vista, el ciudadano venezolano
parece ser bastante tolerante con el otro diferente racialmente. No en vano, el
venezolano se identifica, además de echador de broma y parlanchín, como “alto
panita”. En Venezuela vive una gran cantidad de extranjeros, los cuales han
escrito parte importante de nuestra historia.
Entonces, ¿dónde está el racismo? Nadie habla de él,
todos piensan que está superado. A tal respecto, Carlos García, en su artículo El racismo se adapta al Siglo XXI, expresa que “…aunque no haya expresión directa del
prejuicio debido a las presiones sociales (se espera que no haya
discriminación), este continúa siendo lo bastante fuerte para condicionar la
conducta de las personas”.
Por su parte, Jun Ishibashi, en su texto Hacia una apertura del debate sobre el
racismo en Venezuela, hace una reflexión similar al decir que la mayoría de
los venezolanos niega el racismo debido a la “trampa ideológica” del discurso
del mestizaje. “La invisibilidad de la representación negra y el mito de la
‘democracia racial’, interiorizadas también por las propias personas ‘negras’,
es la causa (…) de la ausencia del activismo, investigación y consciencia
sobre/contra el racismo en Venezuela”.
“Negro no es
gente”
En la literatura especializada, puede comprobarse que
son muchas las etiquetas que se asocian al racismo (racismo cultural, institucional,
interpersonal, simbólico, moderno, etc.). Cada una de esas categorías añade
significados, que permiten calibrar su complejidad. Sin embargo, todas contienen
un núcleo común: dan cuenta de conductas discriminatorias, con distintos grados
de gravedad o brutalidad, que infringen a las etnias minoritarias.
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En Venezuela, la exclusión racial va ligada a la social. Tomada de: 4.bp.blogspot.com |
Hay un concepto de racismo que da cuenta de todos
los elementos que lo caracterizan. Eduardo Haro Teoglen, en su libro Racismo, Xenofobia y Comunicación, lo define como una forma de explotación, ejercida
por hombres sobre hombres, que consiste en impermeabilizar a una clase social,
dentro de unos rasgos fisionómicos determinados e individuales.
Según Haro, el explotado no puede aspirar al ascenso
social, siendo víctima de malos tratos, humillación y hasta la negación de la condición humana.
No en vano, se ha escuchado en reiteradas ocasiones que “negro no es gente”.
En Venezuela, al igual que en el resto del mundo, lo
que produjo el racismo que conocemos no fue el prejuicio etnocéntrico existente
desde la antigüedad, sino la relación colonial moderna entre dominantes y
dominados, bajo un sistema de apropiación económica. Por eso, a pesar de los
esfuerzos de académicos especialistas, el concepto de raza y las prácticas
racistas se mantienen, dondequiera que existan relaciones de poder coloniales o
asimétricas.
Política y
racismo
Nicomedes Zuloaga, en su
análisis titulado El Racismo en Venezuela, plantea que “el hecho que el indio, el negro y el blanco vivan en la
memoria de la sangre de un gran número de venezolanos, no facilita el problema,
sino que, por el contrario, lo complica, ya que la confusión y la bronca
acumulada viven de manera secreta en el mundo interno de nuestros compatriotas,
en una especie de guerra interior sin solución”. Precisamente, el venezolano
resiente haber sido la raza dominada por siglos.
Es bastante evidente que Nicomedes Zuloaga pone
sobre el tapete un tema que en el espacio público no es bien visto. Se está
exponiendo a ser juzgado como racista o como resentido para dejar a la
intemperie de la esfera pública, la afirmación que hay un problema latente, que
subyace en la psique de toda la sociedad venezolana y que, por más que nos
hagamos de la vista gorda, no va a desaparecer.
El racismo venezolano, encubierto y arraigado, se
despuntó con la llegada al poder del expresidente Hugo Chávez. Las diferencias y el resentimiento quedaron a flor
de piel con su mandato. Si bien el conflicto que se generó fue político, por
diversas razones, como el solapamiento de prácticas democráticas por
socialistas, se escondió –y se esconde- detrás de los colores rojo y azul un
resentimiento antiguo, que no ha sido aceptado, ni visto con seriedad por ser
considerado por la sociedad como “mentira” o erradicado.
De acuerdo a lo planteado por el mismo Zuloaga, el
problema político de Venezuela radica, más que en lo ideológico, en cuestiones
raciales y culturales. Para Zuloaga, solo basta con ver la composición étnica
de los integrantes de una concentración chavista y la de los integrantes de una
opositora. “…En las del chavismo, por cada trescientos morenos debe haber un
blanco y en las de la oposición es al contrario”, sentencia el analista.
Pero la verdad es que, como dice Zuloaga: “el
régimen chavista ha encontrado una resistencia más poderosa, por su carácter
étnico que por la carga ideológica que disfraza el verdadero origen de la
bronca”.
El racismo en los
medios
Los medios de comunicación social juegan un papel
importante en el problema del racismo venezolano. Esto, debido a que en la “revolución
bolivariana”, la cual ha atenuado y levantado la tapa de la olla podrida del
racismo histórico en nuestro país, la política se hace desde los medios.
Pero no todo hay que achacárselo al señor difunto expresidente.
El principal contenido de los medios televisivos también está cargado de
valoraciones raciales desventajosas para los negros, los indios y otras clases
desfavorecidas históricamente en nuestro país. ¿Por qué nunca ha habido, por
ejemplo, una Miss Venezuela “negrita”? Son muy contados los casos, casi todas
son “catiritas”.
En el video: Osmel Sousa, presidente del certamen Miss Venezuela: "La negritud venezolana no es bonita".
Y el galán y la “mami” de las telenovelas son
blancos y si en la trama hay un negro, este es el pobretón, el villano o el
malandro. En fin, solo basta con prender la pantalla de la televisión para
darse cuenta que, en pleno siglo XXI, la figura del negro es casi nula dentro
de los contenidos mediáticos. Pero, en el espacio público, tal ausencia pasa
desapercibida y se sigue diciendo que el problema de razas en el país se ha
exterminado.
Mientras, es evidente que hay una clase negra
desempoderada social e históricamente, que ha sido encasillada, por lo general,
en los barrios marginales de todas las ciudades y pueblos. Los “negritos
piojosos”, los “pelo é guaya” han sido apartados de la escena pública y
política nacional. ¿Seremos, entonces, racistas? ¿O, por el contrario, no nos
podemos divorciar de esa realidad, que halla su causa en la historia misma?
Según cuenta Ishibashi como anécdota, en 2004 se
creaba una pieza publicitaria en la que se promocionaban electrodomésticos muy
elegantes de color negro y la imagen de la campaña era una bella chica morena.
El dueño de la compañía, un japonés, vetó el comercial porque, a su juicio, el
target de ese mercado (clase alta y media alta), rechazaría la presencia de una
modelo “negra”, ya que “en Venezuela hay racismo”.
En síntesis, el racismo en Venezuela existe en lo
más profundo de cada individuo –actitudes, sentimientos-, pero no es expresado
–opiniones, ideas, comunicaciones-, porque en la esfera pública ser racista,
clasista y excluyente tiene una valoración negativa.
Nota: Este tema seguirá siendo desarrollado
en #VeintePuntos, en próximos artículos, entrevistas y reportajes.
Pese a no compartir del todo el enfoque del tema, rescato tu esfuerzo en posicionarlo en el debate. El racismo y cualquier otra forma de discriminación son consecuencia de las relaciones de dominación -digo yo- inherentes a la sociedad de clases. Por eso quienes abrazamos las banderas de la izquierda revolucionaria luchamos contra el sistema que las genera, en tanto entendemos que la lucha disgregada por una sola de las formas de discriminación no conduce a la desaparición de éstas. Un abrazo libertario.
ResponderBorrarLos sistemas sociales se conforman por individuos, teniendo cada uno la capacidad de superar sus obstáculos y, mejor aún, de crecerse ante ellos. Sin embargo, la exclusión, en cualquiera de sus formas, representa un grave problema de interacción y significación social y solo puede superarse con educación. ¿Qué tipo de educación? No tengo la respuesta exacta ahora, pero sí debe ser una donde se entienda y defienda que la otredad y la diversidad representan, no oposición, ni antagonismo, sino riqueza, entiendiéndonos como lo que somos: humanidad. Soy partidario de la idea que cada quien tiene una cabeza y dos manos: más que suficiente para triunfar y gozar de reconocimiento social (que, aunque sean objetivos inherentes al sistema liberal, usted sabe que son los predominantes en nuestra sociedad).
BorrarEn próximos trabajos, estaré tratando el tema del endorracismo, propuesto, de hecho, por miembros de comunidades organizadas de afrodescedientes (de cuyo término discrepo, ya que yo, blanco, me considero afrodescendiente, porque, de hecho, lo soy) y que dan cuenta de cómo la autoexclusión ayuda y hasta valida y legitima el perverso, odioso y repudiable racismo. De momento, creo que hacerle frente a este flagelo es tarea de todos. Pero primero debemos aceptar y asumir su existencia.
Sólo algo que, en mi modesto parecer, debes considerar: Los cambios culturales son siempre en colectivo, aun cuando existan actores que puedan fungir de vanguardia en ese cambio, así que no es posible cambiar cualitativamente las prácticas sociales sólo desde la conciencia individual a la que apelas.
BorrarSin ánimos de caer en el debate a lo "el huevo o la gallina", pienso que es vital entender al colectivo, a la sociedad, como la suma de los individuos. La colectividad no es un concepto abstracto (aunque el tratamiento que se le ha dado en, inclusive, estudios científicos, así lo posicione o trate), sino un sustantivo que implica carne, hueso y cosmovisión (que es individualísima, por mucha ideología que exista). A eso me referí en el comentario anterior. Igual, concuerdo con usted en la necesidad imperiosa del cambio cultural y de la aceptación de la otredad, como una riqueza invaluable de nuestra humanidad. Ahí sí levanto con usted esa misma bandera libertaria, liberadora. Ese debate, por cierto, se ha dado con muy poca fuerza en nuestro país en el presente siglo, aun cuando decimos que vivimos en "revolución" de las minorías (aún no la veo).
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