DE CÓMO LA LENGUA AZOTA

La exclusión a través del lenguaje está socialmente permitida. Los medios de comunicación catalizan la homofobia. No hay fórmula mágica para contrarrestar el rechazo social


Tomada de: @NoDiscriminacio


“Me dicen de todo: desde cachapera, tijeretera, bollera, tortera, hija del demonio... Cualquier cosa, hay una gama de epítetos”, cuenta Ilem (23 años), estudiante de Artes en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y quien se asume como lesbiana, “totalmente”. Para ella, la sociedad venezolana, además de homofóbica, es “machista y patriarcal”.

Esta caraqueña narra que, además de los peyorativos que han solido decirle siempre, la expulsaron de dos colegios católicos por su tendencia sexual, la cual, comenta, asumió a los 13 años con su familia y amigos. “Tuve que repetir primer año de secundaria, no me decían que me expulsaban por lesbiana, pero siempre ponían alguna excusa, el motivo era obvio”, dice con cierto aire de normalidad.

Y aunque Ilem expresa que actualmente no es rechazada por su círculo de amigos y familiares, reconoce que muchas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI) son rechazados y estigmatizados en esta sociedad que, como apuntan los especialistas, es homofóbica, “lesbofóbica”, “transfóbica” e intolerante.

Lenguaje: violencia simbólica

A pesar de que la no heterosexualidad ya no sea considerada oficialmente como enfermedad mental –así lo declaró la Organización Mundial de la Salud en 1990-, sino una tendencia y orientación natural de cualquier ser humano, en muchos contextos sociales la exclusión a los LGBTI sigue estando a la orden del día.

En ese sentido, los seres humanos comunicamos nuestras ideas, pensamientos, opiniones, querencias, etc., a través del lenguaje, que, como lo definen varios textos especializados, es una concatenación de sonidos con palabras, las cuales, a su vez, tienen significados de acuerdo al grupo social donde se manejen. Por ende, si un grupo social es excluyente, se reflejará en los términos utilizados por ese colectivo.

Así lo explica Estéban Mosonyi, lingüista y antropólogo de la UCV, quien afirma que el lenguaje no es gratuito. “Inclusive, es muy poco probable que aun una palabra corta sea una mera casualidad”. Mosonyi agrega que palabras como “maricón” y “maricozón”, por citar algunas, “denotan una síntesis homofóbica, difícil de superar”.

Por su parte, Carlos Gutiérrez, especialista en análisis de discursos y fundador del grupo de diversidad sexual Contranatura, explica que la emisión de esos términos es un ejercicio constante de discriminación activa y de violencia simbólica, “que debe contrarrestarse con resistencia también simbólica”.

Gutiérrez ejemplifica ese tipo de resistencia con el hacer mofa a los descréditos y no reafirmarse en los estereotipos heterosexuales. “Yo siempre cargo una matrioska (muñeca tradicional rusa) en mi llavero, que la usan las mujeres y siempre sale uno que me dice: ‘ay, vale’ (que es otra expresión de violencia simbólica). Lo que puedo responderle es: ‘ajá, ¿y? Discurséame”.

Asimismo, el lingüista Mosonyi, explica que la “exclusión lingüística” está socialmente permitida, ya que esos términos, a los que pudieran agregarse, como los que le dicen a Lisjoseth Rodríguez, lesbiana, estudiante de Comunicación Social de la UCV: “cachapera” y “marimacha”, forman parte del lenguaje coloquial.

“Y no se puede prohibir que la gente hable coloquialmente. Ahí se mete ese ‘contrabando’, que prolonga y refuerza la discriminación”, añade Mosonyi, para quien lenguaje y realidad se retroalimentan, formando una “bola de nieve” que cada vez va haciéndose más grande e indetenible.
           
Luces... Discriminación

Muchos son los factores que influyen en el reforzamiento de la homofobia como problema social. Uno de ellos es el tratamiento que los medios de comunicación venezolanos –la televisión, especialmente- hacen de los LGBTI.

Blas Fernández, comunicador social, detalla que antes la discusión estribaba en la no aparición de los LGBTI en los medios. “Ahora que aparecen, se satura el espacio con conductas homosexuales, pero en este momento, lo que debería ser un derecho, lo que se utiliza es para ridiculizar a este colectivo”.

En el video: Sketch de Charly Mata, personaje del programa humorístico Misión Emilio, transmitido en horario estelar por Televen.

“Sigue habiendo ese estereotipo del ‘marico’ en la radio y en la televisión, que se pone gracioso, porque por mucho que el ‘amaneramiento’ sea algo natural en muchos gays, eso no tiene que ser visto como algo ridículo”, opina Lisjoseth Rodríguez, quien se siente nada identificada con los contenidos que los medios divulgan en relación a la población a la cual pertenece.

Por su parte, Carlos Colina, profesor de la Maestría en Comunicación Social del Instituto de Investigaciones de la Comunicación (ININCO), expone que “los medios de comunicación tienen una función educativa, ellos deberían coparticipar en el proceso de formación de una ciudadanía respetuosa y hacer otro tipo de programas”.

Un mundo tolerante

Cuando se reconoce la diversidad humana, hay avance.
Tomada de: lapatilla.com
La consecución de una sociedad más inclusiva y respetuosa se dará en la medida en que se aprenda a convivir con las diferencias. Así lo dice Juan Cárdenas, del grupo Diversidad Sexual UCV, que convoca a charlas, cine-foros, exposiciones y demás eventos sobre diversidad sexual en la universidad, para “eliminar los prejuicios”.

“El prejuicio se tiene que eliminar y nosotros desde nuestro grupo nos hemos encargado de decirle a las personas que no somos como la sociedad les dice. Es una cuestión de estudiarnos”.

Ciertamente, la “solución” a la homofobia –si es que debe haber una en específico- no se consigue como una fórmula de detergente. Es un tema complejo, que trastoca los tuétanos de la cultura, idiosincrasia, perspectivas y visiones de mundo establecidas en la sociedad venezolana.

Todos los entrevistados –activistas y no activistas- coinciden en que la educación es el antídoto perfecto para la integración social. Sin duda, el respeto hacia lo que no es igual a nosotros, no solamente nos hará una ciudadanía pacífica y con convivencia, sino que nos acercará al desarrollo y madurez sociales.

“Cuando se respetan la diversidad y la interculturalidad, como dice la Constitución nuestra, que en eso es innovadora, aunque no se cumpla en muchas de sus partes, es cuando se produce avance. Aprender de todas las culturas es montarse, verdaderamente, en el vehículo del progreso”, sentencia el lingüista Jorge Mosonyi.

Lee también: A la caza de los gays.


Comentarios