ROMPECABEZAS: ES DIFÍCIL

Tomada de: analitica.com


Pieza Uno:

En Venezuela, comprar comida es difícil. En Venezuela, usar el transporte público es difícil. En Venezuela, hablar con la gente es difícil. En Venezuela, ser atendido en una oficina de un organismo público es difícil. En Venezuela, caminar por las calles es difícil. En Venezuela, trabajar es difícil. Y ahora, como si no faltaba más, estudiar y producir conocimiento, además de difícil, se ha vuelto un desafío.

Pieza Dos:

El día 22 de mayo, profesores y estudiantes universitarios marchamos hacia el Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, para exigir mejoras presupuestarias, necesarias para recuperar la normalidad de las actividades universitarias, que implican producción de conocimiento y desarrollo nacional.

Pieza Tres:

“Vivo en un país tan grande, que todo queda lejos: la comida, la vivienda, la educación” (Lina Zerón).

Pieza Cuatro:

Venezuela es el país de las marchas. Yo nunca antes había marchado, porque me parecía algo hasta contraproducente. Prefería seguir siempre los movimientos por televisión, que ser parte de ellos, aun sintiéndome identificado con sus causas. Pero el 22 de mayo tomé la decisión de asistir a esa caminata, porque, más allá del sueldo inhumano de mis profesores; del deterioro de mi universidad, que es Patrimonio Mundial de la Humanidad y del retraso de mi graduación (iba a ser en noviembre de este año y ahora será en marzo del que viene), ya me harté de que el gran Estado venezolano no voltee hacia donde estamos nosotros, que clamamos por condiciones, no solo de estudio, sino de existencia.

Pieza Cinco:

Venezuela es difícil. Difícil para vivir, difícil de explicar. Aquí los problemas que nos agobian son perfectamente divisibles, clasificables, pero lo que sí es indivisible e inclasificable es la inconformidad de una ciudadanía que sabe que esto no es lo que nos merecemos.

Pieza Seis:

“¿Por dónde hay que empujar este país para llevarlo adelante?” (Quino).

Pieza Siete:

Algunas personas de otros países, con quienes tengo contacto regular vía internet, me escriben siempre con pena y me preguntan qué espero para salir de aquí. Parece que ellos están hasta más horrorizados que yo. Pero siempre les respondo que lo haré, sí, con la intención irrevocable de ampliar mi cosmovisión y de regresar.

Pieza Ocho:

“Se ha pretendido en varios países que no le estaba permitido a un ciudadano salir de la nación en la que el azar le había hecho nacer; el sentido de esta ley es visiblemente: este país es tan malo y está tan mal gobernado, que prohibimos a cada individuo que salga, por miedo a que se vayan todos” (Voltaire).

Pieza Nueve:

El pensamiento y el conocimiento son las dos llaves que nos permiten abrir la puerta de la libertad. Al estar en riesgo el pensamiento y el conocimiento, cuya producción es el espíritu de una universidad, está en juego, consecuencialmente, la libertad.

Pieza Diez:

Por eso y mucho más, en Venezuela, vivir es difícil.

Pieza Once:

“Puedes arrancar al hombre de su país, pero no puedes arrancar el país del corazón del hombre” (John Dos Passos).

Pieza Doce:

Familiares me claman que salga de aquí, que no entienden cómo es que mis papás y yo seguimos en un país en condiciones tan malas como estas. Yo les digo que no todo es tan malo, porque mientras los problemas se hacen más difíciles, las ganas de luchar desde mi predio y el amor por esta mina de oro llamada Venezuela, cada vez se consolidan más.

Pieza Trece:

Aquí nací, aquí me formé, aquí he sido y ya hasta siento que amamos esta lucha constante por la vida, lo que me demuestra que, además de ser un país difícil, somos un país de espíritu heroico.

Pieza Catorce:

Es difícil, muy difícil, sí. Pero como la vida me ha enseñado, es “difícil, pero no imposible”. Es allí donde reside mi esperanza y la convicción de que “más temprano que tarde” (como también lo he aprendido de la vida), tendremos el país de grandeza que siempre hemos querido… Aunque llevemos más de dos siglos gestándolo a puños, a espadas, a balas, a pasiones, a buenas intenciones, a espíritus grandes, lo tendremos… Nos lo dice nuestra alma.

Pieza Quince:

“Vuelve a tus dioses profundos, están intactos, están al fondo con sus llamas esperando, ningún soplo del tiempo los apaga” (Eugenio Montejo).

Pieza Dieciséis:

El ministro ya dijo que se reunirá con las autoridades universitarias en próximos Consejos Universitarios. Todo, mientras las cosas siguen como están. Posiblemente, no se reúna y, de hacerlo, estoy casi seguro de que tomará medidas que no se corresponden con las universidades paralizadas y las exigencias planteadas.

Pieza Diecisiete:

Fuimos bastantes quienes marchamos el 22 de mayo, la sensación compartida de determinación y de hastío, además del recibimiento, aunque tardío, por parte del ministro hicieron de la convocatoria un total éxito. Sin embargo, creo que faltó un gentío. Salieron a marchar las minorías de las universidades nacionales.

Pieza Dieciocho:

Por lo menos, veo que cada vez somos más los conscientes de que Facebook y Twitter no son las vías más efectivas, ni inteligentes, para expresar nuestras quejas y de que encerrados en casas y sin sacrificar algo (un día de trabajo, por ejemplo) no tenemos moral para quejarnos… Y un gobierno que ha demostrado muchas veces ser sordo y ciego no es la excusa para seguir quedándonos de brazos cruzados, ni para decir: "No sirve de nada marchar, protestar, exigirle a esa gente".

Pieza Diecinueve:

“El gran pecado de mi generación ha sido la paciencia y sobre todo, la paciencia conceptual, que es la peor forma de paciencia inventada en el infierno. Nadie se atrevió a ejercer el derecho del cuerpo, nadie quiso ser precoz y asumir que veinte años eran más que suficientes para despejar el tonto enigma. Fuimos respetuosos de nuestros mayores y saludamos el regreso de unos próceres que tiempo atrás creíamos haber superado” (José Ignacio Cabrujas).

Pieza Veinte:

Quizás ya no a caballo, ni con Golpes de Estado, ni con muertes. Pero sí consignando documentos, realizando propuestas, pateando calle, sufragando, haciéndole entender a la gente que las cosas no están como deben estar (“¡moviéndola!”), que se gesta y se construye, no solo una universidad, sino un país. Al fin y al cabo, las cosas nunca estarán listas, ni completas. Somos humanos y, por esencia, buscamos siempre el cambio, la evolución, no nos conformamos con lo conseguido, siempre queremos más. Y es en ese sentimiento y deseo de superación donde reside la legitimidad de nuestras existencias.

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