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Tomada de: analitica.com |
Por: @PedroDeMendonca
Pieza
Uno:
En Venezuela, comprar comida
es difícil. En Venezuela, usar el transporte público es difícil. En Venezuela,
hablar con la gente es difícil. En Venezuela, ser atendido en una oficina de un
organismo público es difícil. En Venezuela, caminar por las calles es difícil.
En Venezuela, trabajar es difícil. Y ahora, como si no faltaba más, estudiar y
producir conocimiento, además de difícil, se ha vuelto un desafío.
Pieza
Dos:
El día 22 de mayo, profesores y estudiantes universitarios marchamos hacia el Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, para exigir mejoras presupuestarias,
necesarias para recuperar la normalidad de las actividades universitarias, que
implican producción de conocimiento y desarrollo nacional.
Pieza
Tres:
“Vivo
en un país tan grande, que todo queda lejos: la comida, la vivienda, la
educación” (Lina Zerón).
Pieza
Cuatro:
Venezuela es el país de las
marchas. Yo nunca antes había marchado, porque me parecía algo hasta contraproducente.
Prefería seguir siempre los movimientos por televisión, que ser parte de ellos,
aun sintiéndome identificado con sus causas. Pero el 22 de mayo tomé la
decisión de asistir a esa caminata, porque, más allá del sueldo inhumano de mis
profesores; del deterioro de mi universidad, que es Patrimonio Mundial de la
Humanidad y del retraso de mi graduación (iba a ser en noviembre de este año y
ahora será en marzo del que viene), ya me harté de que el gran Estado
venezolano no voltee hacia donde estamos nosotros, que clamamos por
condiciones, no solo de estudio, sino de existencia.
Pieza
Cinco:
Venezuela es difícil.
Difícil para vivir, difícil de explicar. Aquí los problemas que nos agobian son
perfectamente divisibles, clasificables, pero lo que sí es indivisible e inclasificable
es la inconformidad de una ciudadanía que sabe que esto no es lo que nos
merecemos.
Pieza
Seis:
“¿Por
dónde hay que empujar este país para llevarlo adelante?” (Quino).
Pieza
Siete:
Algunas personas de otros
países, con quienes tengo contacto regular vía internet, me escriben siempre
con pena y me preguntan qué espero para salir de aquí. Parece que ellos están
hasta más horrorizados que yo. Pero siempre les respondo que lo haré, sí, con
la intención irrevocable de ampliar mi cosmovisión y de regresar.
Pieza
Ocho:
“Se ha pretendido en varios países que no le estaba permitido a un
ciudadano salir de la nación en la que el azar le había hecho nacer; el sentido
de esta ley es visiblemente: este país es tan malo y está tan mal gobernado,
que prohibimos a cada individuo que salga, por miedo a que se vayan todos” (Voltaire).
Pieza
Nueve:
El pensamiento y el
conocimiento son las dos llaves que nos permiten abrir la puerta de la
libertad. Al estar en riesgo el pensamiento y el conocimiento, cuya producción
es el espíritu de una universidad, está en juego, consecuencialmente, la
libertad.
Pieza
Diez:
Por eso y mucho más, en
Venezuela, vivir es difícil.
Pieza
Once:
“Puedes
arrancar al hombre de su país, pero no puedes arrancar el país del corazón del
hombre” (John Dos Passos).
Pieza
Doce:
Familiares me claman que
salga de aquí, que no entienden cómo es que mis papás y yo seguimos en un país
en condiciones tan malas como estas. Yo les digo que no todo es tan malo,
porque mientras los problemas se hacen más difíciles, las ganas de luchar desde
mi predio y el amor por esta mina de oro llamada Venezuela, cada vez se
consolidan más.
Pieza
Trece:
Aquí nací, aquí me formé,
aquí he sido y ya hasta siento que amamos esta lucha constante por la vida, lo
que me demuestra que, además de ser un país difícil, somos un país de espíritu
heroico.
Pieza
Catorce:
Es difícil, muy difícil, sí.
Pero como la vida me ha enseñado, es “difícil, pero no imposible”. Es allí
donde reside mi esperanza y la convicción de que “más temprano que tarde” (como
también lo he aprendido de la vida), tendremos el país de grandeza que siempre
hemos querido… Aunque llevemos más de dos siglos gestándolo a puños, a espadas,
a balas, a pasiones, a buenas intenciones, a espíritus grandes, lo tendremos…
Nos lo dice nuestra alma.
Pieza
Quince:
“Vuelve
a tus dioses profundos, están intactos, están al fondo con sus llamas
esperando, ningún soplo del tiempo los apaga” (Eugenio Montejo).
Pieza
Dieciséis:
El ministro ya dijo que se
reunirá con las autoridades universitarias en próximos Consejos Universitarios.
Todo, mientras las cosas siguen como están. Posiblemente, no se reúna y, de
hacerlo, estoy casi seguro de que tomará medidas que no se corresponden con las
universidades paralizadas y las exigencias planteadas.
Pieza
Diecisiete:
Fuimos bastantes quienes
marchamos el 22 de mayo, la sensación compartida de determinación y de hastío,
además del recibimiento, aunque tardío, por parte del ministro hicieron de la
convocatoria un total éxito. Sin embargo, creo que faltó un gentío. Salieron a
marchar las minorías de las universidades nacionales.
Pieza
Dieciocho:
Por lo menos, veo que cada
vez somos más los conscientes de que Facebook
y Twitter no son las vías más
efectivas, ni inteligentes, para expresar nuestras quejas y de que encerrados
en casas y sin sacrificar algo (un día de trabajo, por ejemplo) no tenemos
moral para quejarnos… Y un gobierno que ha demostrado muchas veces ser sordo y
ciego no es la excusa para seguir quedándonos de brazos cruzados, ni para decir: "No sirve de nada marchar, protestar, exigirle a esa gente".
Pieza
Diecinueve:
“El
gran pecado de mi generación ha sido la paciencia y sobre todo, la paciencia
conceptual, que es la peor forma de paciencia inventada en el infierno. Nadie
se atrevió a ejercer el derecho del cuerpo, nadie quiso ser precoz y asumir que
veinte años eran más que suficientes para despejar el tonto enigma. Fuimos
respetuosos de nuestros mayores y saludamos el regreso de unos próceres que
tiempo atrás creíamos haber superado” (José Ignacio Cabrujas).
Pieza
Veinte:
Quizás ya no a caballo, ni
con Golpes de Estado, ni con muertes. Pero sí consignando documentos,
realizando propuestas, pateando calle, sufragando, haciéndole entender a la
gente que las cosas no están como deben estar (“¡moviéndola!”), que se gesta y
se construye, no solo una universidad, sino un país. Al fin y al cabo, las
cosas nunca estarán listas, ni completas. Somos humanos y, por esencia,
buscamos siempre el cambio, la evolución, no nos conformamos con lo conseguido,
siempre queremos más. Y es en ese sentimiento y deseo de superación donde
reside la legitimidad de nuestras existencias.
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