El ININCO realizará el 1er. Seminario de Ficción Televisiva en Caracas, junto con Obitel. La
apreciación de que el arte de la telenovela “promueve los antivalores”
corresponde a modelos comunicacionales caducos, superados
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La Usurpadora, telenovela mexicana de Salvador Mejía, es catalogada por los internautas de 20minutos.es como la mejor telenovela latinoamericana de todos los tiempos. Fue, hasta en Venezuela, un verdadero fenómeno de masas. Tomada de: miblogdecineytv.com |
El pasado viernes 11 de julio, se realizó en el auditorio del Banco Mercantil en Caracas, el seminario llamado "La telenovela es cultura. El legado de
la ficción seriada en Venezuela”. Organizado por el Instituto de Investigaciones de la Comunicación (ININCO) de la Universidad Central de Venezuela (UCV), en él se abordó el tema de la telenovela, no solo como producción televisiva que genera grandes dividendos a los dueños de medios, sino como género literario que deja sus secuelas en la construcción de los imaginarios colectivos de las naciones.
En la lista de ponentes,
figuraron las académicas Luisa Torrealba y Morella Alvarado, el actor de doblaje Alí Rondón, el
sociólogo Tulio Hernández, el
escritor de telenovelas Martin Hahn
y el asesor de medios Eduardo Caballero Ardila.
El evento se realizó en
marco de las actividades del Observatorio Iberoamericano de Ficción Televisiva (OBITEL),
que desde 2007 se encarga de realizar diagnósticos de la producción,
transmisión y recepción de la ficción de televisión en 12 países de
Iberoamérica, tal como se explica en su página web.
Financiado por la Universidade O Globo, de TV Globo, la mayor productora de contenidos televisivos del mundo, publica sus
análisis nacionales en anuarios.
En Venezuela, fue la
primera vez que Obitel desarrolló un seminario, en el que se bautizó en el país el anuario versión 2013. Y lo hizo en un momento harto
pertinente, pues se ha dicho en los últimos meses que la ficción televisiva (la
telenovela, específicamente) es la responsable de, entre otros problemas
sociales, los altos índices de violencia en el país. Además, con este evento Obitel rescató la telenovela
como objeto de estudio, que ha sido desdeñado "por muchos académicos de cafetín" relegando el género a la futilidad de la farándula, como lo expuso muy pertinentemente en el encuentro el actor de doblaje Rodón.
La pertinencia
Según la terminología de
Obitel, los géneros de ficción televisiva son la telenovela, las series, las
miniseries, las antologías, las series de animación y las webseries. Pero ha
sido la telenovela la que más influencia ha tenido en la construcción de
imaginarios colectivos, no solo en Venezuela, sino en toda Iberoamérica, por su altos índices de audiencia e influencia.
En el video: Nicolás Maduro acusa en la Asamblea Nacional a las telenovelas de la violencia desatada en Venezuela.
En las últimas semanas,
algunos actores políticos del país han acusado directamente a la televisión de
los altos índices de violencia y de embarazo precoz que Venezuela ha registrado en la última década. Han asegurado con
vehemencia –y sin sustento- que si un niño viese en la televisión a alguien
disparando, será un malandro y que si una niña observase a una pareja
besándose, saldrá embarazada. La telenovela, por eso, ha sido el
género más atacado.
Pero, ¿así de manipulables
somos los seres humanos? ¿Basta que alguien nos diga algo para obedecer
instantáneamente, sin descifrarlo? Es cierto que los niños son más maleables,
pues carecen de criterios para sopesar ciertas cosas, pero, ¿acaso no son los
padres los responsables de educar a sus hijos y de ordenarles qué ver en
televisión y qué no?
¿Más maleables que los metales?
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Los políticos de la I Guerra Mundial veían en la prensa, el medio de comunicación más masificado para la fecha, un excelente medio de persuasión. Pensaba que todo lo que ordenase a través de ella, generaría obediencia automática en las audiencias. Tomada de: uncentauroeneldesierto.blogspot.com |
Esa visión de causa-efecto
se remonta a la década de los 30 del siglo pasado, cuando los primeros teóricos
de la comunicación vieron en los medios de comunicación un canal totalmente
efectivo para hacer que un estímulo (mensaje) lograse una respuesta
(comportamiento en el individuo) determinada. Fue lo que se llegó a denominar
la “teoría de la aguja hipodérmica”: un mensaje que se inyecta en una
persona, logrando persuadirlo.
Sin embargo, esa teoría
respondía a la realidad de la I Guerra Mundial, en la que la propaganda era
fundamental para ganar adeptos. Con el pasar del tiempo y la complicación de
las sociedades, la “aguja hipodérmica” se desmontó, pues se comprobó que los
individuos somos muchos más complejos como para responder automáticamente a un
estímulo. En nuestra asimilación de las cosas, intervienen nuestros
conocimientos, experiencia, cultura, que nos hacen forjarnos criterios.
Lo que los políticos
venezolanos de hoy (después de más de 70 años de superada esa teoría) es
argumentar su política de censura y unificación de los mensajes. Porque, si
bien la gente tiene criterios para valorar lo que le llega, se verá limitada a
hacerlo cuando se le reduzcan los canales y se le cierren ventanas. Sobre todo,
considerando que la televisión es el primer medio de comunicación social en
Venezuela y la telenovela, su género por excelencia.
Esos políticos apuestan, entonces,
a una visión unilateral del mundo, ligan a que la telenovela sea, como lo es el cine en Corea del Norte, un instrumento de
dominación.
Telenovela no es espejo
Si bien la telenovela es un
fenómeno comunicacional de masas y debe obedecer al marco legal vigente, también
es un género artístico. Y el arte es una mera expresión, que no debe
corresponderse ni con la realidad, ni debe hacerse para que otros la imiten. No
en vano llamamos “artistas” a los actores y escritores de televisión.
Si desde el principio la humanidad se hubiese plegado al criterio “hipodérmico”, no conoceríamos hoy clásicos de la literatura universal, como Edipo, Los Miserables, Memorial do Convento, Doña Bárbara (que tuvo una versión en telenovela), etc., que a los ojos de estos políticos venezolanos de hoy serían todas unas “apología de antivalores”.
Lee también: Soraya Montenegro, la villana de todos los tiempos.
Sin embargo, la telenovela
también crea y recrea nuestras identidades, pone sobre la palestra problemas
sociales que marcan la identidad de los países y promueven la creación y creatividad
literarias de nuestros artistas. Que un país tenga altos índices de violencia o
embarazo precoz, en nada tiene que ver con la musa de un escritor, quien tiene
el rol social de recrear esa realidad, de acuerdo con sus principios y
valoraciones personales.
Lee también: Escritor de
telenovelas Carlos Pérez le responde al Presidente Maduro, publicado en el sitio web de El Universal.
Si los escritores quisiesen
retratar la realidad, bien –aunque es válido y lógico que en ese retrato siempre predominará un punto de vista-. Si quisiesen criticarla, también bien. Claro, el juego de intereses no falta, pues los dueños de un canal no financiarán un proyecto con cuyo punto de vista no estén de acuerdo. Pero la creación televisiva nunca debe
ser producto de ninguna imposición legal. Tampoco se puede imaginar que todo lo
que se exprese a través de una telenovela va a generar un efecto de imitación
en la ciudadanía. Pensarlo sería subestimarla.
Porque tanto quien lee un
libro como quien ve una telenovela, lo hace porque así lo decide, porque le
gusta, le interesa y lo quiere.
Nota: Las
opiniones emitidas en este texto corresponden al juicio de su escritor, no
están relacionadas con la realización del seminario de Obitel-ININCO.
¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿Has
hecho algo malo porque lo viste en una telenovela? Comenta abajo y generemos el
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