El primer ladrillo para ciudades inteligentes

Twitter: @PedroDeMendonca


Queremos quebrar al Estado criminal venezolano para, en libertad y desde el poder, edificar un país rico, libre y alegre. Esto lo lograremos mediante la construcción de ciudades inteligentes y competitivas, que estén a la altura de las dinámicas globales y que sean centros de poder y oportunidades reales que atraigan capitales, sueños y vida. El camino a la consecución de esas ciudades y de ese país es largo y su diseño debe comprender la sensibilización desde ya de los ciudadanos, sobre las ventajas de vivir en ciudades así y no en pueblos destrozados. Mientras trabajamos para lograr el quiebre de la tiranía y realizamos programas de gobierno basados en gobernanza y libertades, tenemos como tarea inaplazable también lograr que nuestros conciudadanos vayan visibilizando y construyendo con nosotros, ahora mismo, las bases de ese país próspero y de ciudades inteligentes que queremos.

Una ciudad inteligente es aquella en la que se aprovechan la tecnología y la innovación para un uso más eficientemente de todos los recursos disponibles y el mejoramiento de la calidad de vida. Ciudad inteligente implica que los ciudadanos sean activos y utilicen los recursos tecnológicos para vivir mejor: usar sistemas que persigan proteger el medioambiente, asistirse de la telemedicina para ser atendido más rápido ante una emergencia, familiarizarse con aplicaciones móviles que le permitan usar mejor el transporte público, hacer trámites rápidos en línea y hasta organizar un viaje de negocios o de placer.

El sueño de ciudades inteligentes en Venezuela, con riqueza y libertad, no debe arrinconarse en el centro del país. En los llanos venezolanos debemos dar el ejemplo y comenzar, a pesar de nosotros mismos. Pero antes de tener ciudades inteligentes debemos construir ciudades como tal; para lo cual se requiere a su vez de ciudadanos, es decir, de civilización. Como se ve, es un camino largo, pero imperativo y apasionante; que empieza por plantearnos a nosotros mismos, como gentilicio, modos distintos de entendernos y relacionarnos.

Más que una cuestión urbanística o de gestión pública, es un tema existencial. Ciudad y campo son antónimos, urbano es opuesto a rural. Las ciudades, para serlo, necesitan músculo industrial, comercial y financiero; movilidad social y élites intelectuales: justamente todo lo contrario que siempre en nuestros llanos (y sobre todo en Guárico, aunque también Apure) se ha incentivado desde gobernaciones, alcaldías, legislativos, pero también desde grupos económicos. Todos estamos llamados a replantearnos y asociarnos con la meta de ser ciudades inteligentes pronto, apalancados en una industria agrícola también inteligente, que es nuestro principal motor económico. Todo, si realmente queremos que, luego de salir de las mafias, rompamos de manera definitiva con el socialismo y nos insertemos en las dinámicas virtuosas del crecimiento económico, la prosperidad y el desarrollo global.

Podemos empezar a andar ese camino hoy, practicando y formando poco a poco a más ciudadanos para la vida en ciudad, la vida urbana, la vida civilizada. Una forma es usando los espacios públicos tradicionales (plazas, pasillos de colegios, autobuses y hasta nuestros propios frentes de casas) para contar la historia de nuestros pueblos, presentar las ideas basales de la vida en libertad, jugar juegos tradicionales, organizar conciertos de cualquier género, intercambiar ideas con la gente importante y que tiene muchas cosas que enseñar, mostrar referentes de ciudades de otros países, proyectar películas, exponer galerías de artes, hacer juegos deportivos, propiciar exposiciones de nuestro mejor ganado… En síntesis, hacer que los ciudadanos en esos espacios públicos se formen y enriquezcan a partir del intercambio de ideas valerosas, de aspiraciones, de cultura. Ponerse a pensar, a crear, a soñar. Es esa la base principal de vivir en una ciudad: el roce social, que durante más de 20 años el régimen pretendió quitarnos a punta de miedo, tristeza y hambre.

Salgamos a la calle a ser y a hacer más ciudadanos desde ya, a mitigar el hambre más grande de muchos miembros de nuestra sociedad: el hambre espiritual. Organizarnos va mucho más allá de un censo o el levantamiento de un padrón electoral. Organizarnos para la libertad implica que demostremos que nos la merecemos y que sumemos a tantos más a probarla, a visualizarla y, de una vez, a conquistarla. Hagamos ciudadanía como acto de rebeldía, pero también de práctica de ese país civilizado y muy pronto con ciudades inteligentes, a la vanguardia, y no en la cola, de lo que el mundo demanda.

Tengamos siempre como norte ese país civilizado con ciudades inteligentes, donde podamos hacer cada vez más cosas y mejor, en menos tiempo y con menos recursos. Rompamos el miedo y comencemos hoy mismo. Sensibilizar es una tarea que será más complicada en unos sitios que en otros, pero es insoslayable y debe ser la intención principal de nuestras agendas políticas y ciudadanas hoy. Mañana es demasiado tarde para poner ese primer ladrillo para ciudades inteligentes y para la libertad.

Comentarios

  1. Mil felicitaciones Hno.amigo Pedro:por aqui,mi parte se cumple humildemente ;a diario esas ideaslas comparto con mis amigos,familiares y público en general.Cambiar!,perseguir La Felicidad,la salud fisica y mentar.Saludos y abrazo

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