Serie “Nuevos caminos”, parte 4: La Nueva Gestión Pública


Ig: @PedroDeMendonca


[Viene de parte 3: Todo comenzó con la burocracia] 

El primer paradigma de la gestión pública, la burocracia, funcionó en su momento. Pero se fueron dando cambios en el entorno. Ya en la segunda mitad del siglo XX empezó a surgir el fenómeno que conocemos como globalización; que plantea problemas que no son solo nacionales, sino globales, y así se empezó a poner de manifiesto que la acción única de un Estado único, aparte, por sí solo, era insuficiente. Es decir, con la irrupción de nuevos fenómenos globales el Estado perdió centralidad; porque se internacionalizaron los mercados industriales; surgieron organizaciones internacionales, como la Unión Europea; aparecieron nuevas preocupaciones políticas, como el terrorismo, el medioambiente, las drogas. Pero, además, surgieron presiones culturales con la aparición de nuevas necesidades.

En ese sentido, la creación de la Unión Europea y el Espacio de Schengen tuvo mucho que ver para que los europeos, moviéndose con muchas facilidades de su país natal a cualquier otro de ese espacio, empezaran a comparar los servicios que el Estado papá prestaba en su país con los que el Estado papá prestaba en otro país. Entonces, por ejemplo, un portugués que iba a Francia regresaba a su país exigiéndole a su Estado mejor prestación de un servicio, porque él vio que en Francia se prestaba mejor. Es decir, los ciudadanos empezaron a medir los servicios con criterios de mercado y ya no solo esperaban más servicios, como lo venía ofreciendo el Estado central, sino mejores servicios.

Así, surgió toda una revolución gerencial, que se planteaba conseguir resultados mediante el uso de técnicas apropiadas (y ya no de técnicas preestablecidas, como lo planteaba la burocracia). Surgió este nuevo paradigma de gestión pública, que es la Nueva Gestión Pública (New Public Management, en inglés), que plantea aún hoy que la gestión pública debe ir orientada a resultados y a rendimiento, no a procedimientos, como el anterior modelo. Este paradigma surge contra el Estado y contra la burocracia; busca alinear al sector público con el sector privado, para hacerlo tan eficiente como este; surge contra lo que denomina la “insuficiencia pública”, promoviendo la reducción del tamaño del Estado. Este modelo, en definitiva, concibe que lo privado siempre será mejor que lo público y que al Estado también hay que aplicarle criterios de racionalidad económica. Los máximos exponentes de este paradigma en su momento fueron Ronald Reagan, en Estados Unidos, y Margaret Thatcher, en Reino Unido.

Proponen la privatización de los servicios públicos. Con este modelo, ya el gestor público tiene que pensar en eficacia y eficiencia. Los ciudadanos no son tan pasivos ya, están mejor informados. Este modelo ve al ciudadano más como un cliente, que paga por los servicios.

En el contexto de revolución gerencial que supuso la Nueva Gestión Pública en sus inicios surgieron dos autores, David Osborne y Ted Gaebler, que publicaron un libro revolucionario, llamado “Reinventing government”, que plantea, textualmente en inglés, “cómo el espíritu emprendedor está transformando al sector público”. Este texto plantea, básicamente, “manejar el gobierno como un negocio”.

Este libro tiene 10 principios, que básicamente plantean que el Estado no es un proveedor de servicios, sino un facilitador, un gestor de contratos entre privados; que el gobierno debe ser competitivo: no es solo prestar un servicio, sino prestarlo bien; un gobierno inspirado por misiones, es decir, no es solo tener tanto presupuesto, sino establecer qué se va a hacer con él y cómo. Este texto también recomienda un gobierno orientado hacia resultados: por fases, con indicadores cualitativos y cuantitativos y que se castigue además el no cumplimiento. Plantea también un gobierno orientado hacia clientes; un gobierno empresarial, porque dice que un gobierno puede ganar dinero con la prestación de los servicios y reinvertirlo en otras áreas; que el gobierno debe ser descentralizado y que en los niveles inferiores haya más discrecionalidad; que el gobierno debe ser previsor, que el Estado debe tener una visión estratégica; en definitiva, un gobierno orientado al mercado.

Lógicamente, a este modelo también le surgieron críticas; porque las empresas también fallan. Hay una autora, llamada Blanca Olías de Lima, que señala que, si los postulados de la Nueva Gestión Pública son todos ciertos, ¿qué es lo que se le va a exigir entonces a los políticos? ¿Es el Estado el responsable o la empresa prestadora del servicio? Porque los ciudadanos, usualmente -aún en Europa-, cuando algo falla, le atribuyen la responsabilidad es al Estado, no a la empresa.

Así, con estas críticas a la Nueva Gestión Pública, surge el siguiente paradigma: la gobernanza.

Continúa en parte 5: Gobernanza, gestión pública de redes

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