Serie “Nuevos caminos”, última parte: La mejor gestión para Venezuela

Ig: @pedrodemendonca

[Viene de parte 5: Gobernanza, gestión pública de redes]

A lo largo de esta serie “Nuevos caminos” hemos visto, de modo sucinto, los principales paradigmas de la gestión pública. Es un tema que he llevado a distintos escenarios, en distintas partes del país, y que ha despertado un inusitado interés. Es necesario aterrizar todas estas ideas al contexto venezolano, ya que todo ese conocimiento ha sido generado, principalmente, en el mundo anglosajón, donde hay otras realidades muy distintas a las nuestras.

Siempre los ciudadanos preguntan –y esa interrogante se dejó abierta en el artículo anterior a este- cuál es el modelo de gestión pública que implementaremos en la Venezuela libre. Respondiendo, yo creo que debemos agarrar lo mejor de cada paradigma y de cada experiencia positiva que conozcamos. Sin calcar, como hacen los burócratas, sino adecuándolo a nuestros contextos y a nuestras necesidades.

¿Ha habido burocracia en Venezuela? Por una parte, podemos decir que sí, porque se ha configurado una gestión pública hipercentralizada, que ama los procedimientos y los trámites; una gestión pública, además, jerárquica y en la que un funcionario puede pasar en un mismo puesto hasta 30 años porque el ascenso a niveles superiores no está concebido. Pero también podríamos decir que en Venezuela no ha habido burocracia, porque este modelo plantea además la especialización, es decir, que cada quien se dedique solo a lo que sabe: el médico, a la salud; el administrador, a la administración. Y lo que hemos tenido en Venezuela a lo largo de estos 60 años es que, muchas veces, al frente y dentro de las instituciones los funcionarios están, no producto del mérito, sino porque fueron los que ayudaron al alcalde o al gobernador a ganar la elección. Una vez me dijeron en el estado Portuguesa, donde también fui a hablar de esto, que la figura del “pega afiche” se puso de moda en la gestión pública local: el “pega afiche” de las campañas electorales era el que llegaba a algún puesto o alguna dirección dentro de la alcaldía o la gobernación, tuviera o no conocimiento o aptitudes. Ha sido una gestión pública de compadrazgos y clientelismo.

También podemos preguntarnos: ¿Se ha implementado la Nueva Gestión Pública, en Venezuela? La literatura especializada nos dice que, no solo en Venezuela, sino en América Latina, las olas de privatizaciones de finales del siglo XX le hicieron un gran daño al liberalismo en la región, porque fueron promovidas en sociedades a las que no se les había preparado para ello y porque respondían a recetas calcadas de experiencias que habían funcionado en otros sitios –principalmente en Estados Unidos e Inglaterra-, pero que no necesariamente tenían que funcionar en nuestros países. Recordemos lo que ocurrió en Venezuela en 1989 con los anuncios hechos por el presidente de entonces, Carlos Andrés Pérez, por recomendaciones del Fondo Monetario Internacional. En la parte 4 de esta serie, con el artículo “La Nueva Gestión Pública”, mencioné al libro “Reinventing government”, de David Osborne y Ted Gaebler, que plantean que los cambios deben implementarse después de promoverse cambios culturales. Y eso no ocurrió en la Venezuela de 1989, cuando había una tradición estatista; para lo cual había contribuido, particularmente, el mismo presidente Pérez en su anterior mandato.

En los últimos años se ha venido planteando gobernanza en Venezuela. La alianza Soy Venezuela, de hecho, está basada en un modelo de gobernanza; porque plantea el trabajo colaborativo y en red entre organizaciones de distinta índole (políticas, académicas, empresariales, etc.) para un objetivo concreto: liberar a Venezuela y reinstaurar la república. La propuesta que hoy hace María Corina al país y a los aliados internacionales, llamada Operación para la Paz y la Estabilización (OPE), también está enmarcada en un modelo de gobernanza, porque apela a la colaboración de actores internacionales, como Estados y organismos multilaterales, con los actores internos, para también lograr un objeto definido: lograr el quiebre del Estado criminal mediante una amenaza real e inminente.

No hay un modelo de gestión pública superior al otro, su pertinencia dependerá de la situación particular. Con todo, sí se está tendiendo en el mundo, dada la complejidad de los problemas sociales, a ir más hacia la gobernanza. El terrorismo, por ejemplo, es un problema que la burocracia (el Estado solo) o la Nueva Gestión Pública (las empresas solas) no pueden atender. El terrorismo es un problema que requiere la participación de muchos actores: Estados, policías, agencias, organizaciones internacionales, grupos de interés, etc. Lo mismo podemos decir del problema medioambiental, del narcotráfico, de las migraciones, de la defensa de los derechos humanos, entre muchos otros.

En la nueva Venezuela nos tocará estar al frente de un país devastado y llevado a 100 años atrás. En ese contexto requeriremos la participación activa de muchos actores para hacer frente a todas las situaciones, áreas, ámbitos, de la gestión pública. Y debemos estar fuera de la caja de la superioridad estatal y fuera de la caja de la superioridad privada. Porque nos corresponderá plantearnos y hacer un país desde cero. Debe crearse la institucionalidad flexible que permita que en la gestión pública de ese nuevo país participen actores competentes tanto en la ideación, como en la planificación, en la toma de decisiones, en la ejecución y en la evaluación de las políticas públicas que nos llevarán a ser un gran país. En Guárico, por ejemplo, nos estamos planteando, en materia de gerencia del agro, un trabajo colaborativo, no solo entre productores del campo y el Estado, sino también académicos, centros de investigación y organismos internacionales. Es gobernar y gestionar lo público entre todos los que saben.

Tenemos enfrente un gran desafío; pero también tenemos grandes talentos, ganas de sobra, capacidades que se pierden de vista, la disposición de millones de actores con conocimiento y capitales y la voluntad de Dios para poner a vibrar esta nación y para que nuestros hijos, que aún no han nacido, y nuestros nietos crezcan, se proyecten y sean felices aquí, en Venezuela. Todo depende de lo bien que lo hagamos y de la ruptura con los vicios de la peor política del pasado que nos trajo a este desastre al cual nunca queremos ni debemos volver.

Artículos previos de esta serie, “Nuevos caminos”:

Parte 1: Desde aquella tarde en Camaguán.

Parte 2: La gestión pública que queremos.

Parte 3: Todo comenzó con la burocracia.

Parte 4: La Nueva Gestión Pública.

Parte 5: Gobernanza, gestión pública de redes.

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